arte ns

ARTE

«Riqueza y pobreza son, como todo en este mundo, solo frases relativas. Al que solo piensa en cosas materiales siempre se le habría de considerar el más pobre».

ADOLF HITLER

ARTE
1. DEFINICIONES
1. 1. Llamaremos obra artística a la plasmación material de sentimientos humanos.
1.2. El objetivo de la obra artística es transmitir sentimientos humanos a los demás hombres y con ello enriquecer su sensibilidad, su personalidad.
1.3. El Arte no es pues una actividad individualista, aunque dependa de la genialidad individual del artista, pues es tan importante la creatividad de éste como la receptividad de la obra, la transmisión del sentimiento al espectador.
1.4. El fin del Arte dentro de la política NS es la elevación humana del pueblo a través de la riqueza de sentimientos.
Toda aquella obra artística que no busque la elevación humana, sino que implique la transmisión de sentimientos que rebajen o denigren a la persona humana, la transmisión de sentimientos ajenos a los valores raciales del pueblo, es contraria al NS.
1.5. Toda comunicación entre hombres se debe efectuar a través de los sentidos. La obra artística exige pues una «forma» material (ondas sonoras, colores, masas, letras, etc.) para expresar el «fondo» o sentimiento. La variedad en la «forma» es la que determina los tipos de arte (música, pintura, escultura, literatura, etc.).
1.6. La genialidad del artista es lograr transmitir por medios materiales (forma) algo anímico, inmaterial (sentimiento).
2. ARTE Y RAZA
2.1. La base genética racial estructura en cada pueblo una concepción del mundo tanto más homogénea cuanto más homogénea sea la base genética del pueblo. Por supuesto esta concepción del mundo no es única, sino distribuida estadísticamente respecto a una media.
Esta concepción del mundo se plasma según los factores de Espacio y Tiempo en unos ámbitos culturales concretos, que son a su vez los que generan las diversas civilizaciones por las que pasa cada etnia.
2.2. La Raza marca unos límites o posibilidades básicas, que son recorridas, concretadas, según las características «formales» que dominan en cada Espacio?Tiempo, o sea por los factores ambientales, educativos, etc.
Estos factores pueden ser forzados por la opresión de otro pueblo: por ejemplo una gran parte del llamado «arte» moderno es el resultado de la imposición ambiental de ideas, formas y sentimientos judíos y negroides.
2.3. Al igual que la mezcla racial destruye la identidad de un pueblo e implica un rebajamiento de su calidad humana, la imposición de tipos «formales» extraños en el arte de una raza lleva a la decadencia artística de ella.
2.4. Es bastante fácil establecer una tabla de equivalencia entre el «estilo» artístico de cada época y las ideas dominantes, dentro de la concepción del mundo ario en esa época.
3. POLITICA Y ARTE
3.1. El fin de la política es servir de herramienta para lograr una elevación de la persona. Esto se logra a través de una economía socialista que dé los medios materiales necesarios, y un Estado popular que use los medios materiales para elevar la sensibilidad a través del arte, ciencia, etc.
3.2. Así pues la economía está al servicio de la política, y ésta al servicio de la persona, siendo el arte uno de los caminos para enriquecer a la persona como tal. El Arte no es pues un camino político ni un arma política, ni está al servicio de la política.
4. ARTE Y SOCIALISMO
4.1 La mentalidad economicista marxista y capitalista hacen que actualmente se vea el arte como un cierto lujo. Para los marxistas, el arte está al servicio de la lucha de clases y es un resultado de las relaciones económicas. Trotsky llegó a decir que la mejor obra de arte eran unos comedores populares o un gran hospital. El valor artístico está para la sociedad actual en función de su utilidad.
4.2. De ello sale sentimiento el sentimiento tan extendido entre ciertos medios de que los gastos estatales para el arte son un lujo frente a la “necesidad”, de los gastos de la politica económica.
4.3. El hombre tiene unas necesidades materiales y unas necesidades espirituales (culturales, artísticas, sentimentales). Es tan vital para ser persona unas como otras. Es tan infrahumano pasar hambre como ser un obeso, analfabeto y necio.
Por tanto, la política socialista debe garantizar, cubrir, las necesidades mínimas tanto materiales como espirituales de todos los componentes del pueblo. Mientras eso no sea así no es justo otro gasto ni esfuerzo estatal. Y una vez cubierto el mínimo, la actividad debe esforzarse en aumentar los niveles, tanto en lo material como en lo espiritual, de forma homogénea y simultanea. No queremos ni un pueblo de artistas empobrecidos ni de necios satisfechos. Por ello el arte no sólo es un lujo sino una exigencia de primera necesidad.
5. FORMA ARTISTICA Y MENSAJE
5.1. La necesidad de plasmar materialmente unos sentimientos, de usar por tanto una “forma” artística”, puede conllevar a que dicha forma tenga algún tipo de “mensaje” ideológico.
La diferencia entre “mensaje” y obra artística es que en el mensaje se busca la transmisión de ideas o conceptos, no la de sentimientos.
Los carteles de propaganda NS eran un “mensaje” para el pueblo, pero al mismo tiempo contenían ciertos valores artísticos en algunos casos.
5.2. La obra artística no debe valorarse por el mensaje que pueda llevar asociada su forma, sino por el valor intrínsecamente artístico, sentimental. El NS no busca un
arte con «mensaje» nacionalsocialista, sino un arte puro, independiente de su «mensaje».
5.3. Una obra artística cuya forma implique un claro «mensaje» ideológico es, además de una obra de arte (si así lo es), una actividad política, sujeta por tanto a esta condición política.
En modo alguno el Estado debe fomentar la conversión del Arte en un mecanismo de propaganda política.
6. ARTE Y REVOLUCIÓN
6.1. Un Estado Racial Artístico es la meta que buscamos. La revolución NS es el camino para conseguirla. No puede existir un Estado Artístico sin una revolución política previa.
6.2. Por tanto en las circunstancias actuales la revolución política es la meta previa a conseguir, el único fin válido para un nacionalsocialista. Intentar actualmente disfrutar de un individualismo artístico, ignorando la lucha revolucionaria es contrario a la ética y estilo NS, es un acto de egoísmo antisocialista y antirracista.
6.3. La actividad revolucionaria no debe implicar perder de vista el fin artístico y cultural de la revolución, el cultivo personal de las artes, dentro de la dinámica revolucionaria.
7. POLITICA ARTISTICA
7.1. De forma muy general, la política artística NS consiste en:
• Facilitar a las personas con sensibilidad artística los medios materiales para realizar su obra creadora.
• Establecer en la sociedad un ambiente que favorezca el desarrollo de sentimientos humanos positivos (considerando positivos los que vayan en el sentido de la ética racial natural de cada pueblo).
• Hacer accesible a todo el pueblo las obras artísticas y culturales
• Evitar que fuerzas externas a la raza popular, o poderes económicos, actúen deformando la raíz racista de la libertad artística del pueblo, imponiéndoles formas o sentimientos extraños
7.2. No es misión de la política artística:
• Imponer o actuar selectivamente ante un determinado estilo artístico por meros deseos o gustos del mando político.
• Discriminar una obra artística en base a la idea política de su autor, sino mirando meramente su valor intrínseco como Arte.
• Pretender usar la «forma» artística como propaganda política.
• Convertir al artista en un funcionario a sueldo del Estado, impedir la libertad artística dentro de los valores raciales del pueblo.
7.3. Como meros ejemplos de acciones a tomar por la revolución NS enumeremos algunas totalmente necesarias:
• Los materiales, instrumentos, etc., precisos para el artista deben estar exentos de impuestos, y mucho menos sufrir impuestos de lujo como pasa actualmente. Deben estar protegidos como artículos de primera necesidad.
• Los estudios artísticos deben tener el mismo nivel de protección, atención y medios que los estudios técnicos.
• Es preciso llevar al campo las actividades artísticas, conciertos, teatros ambulantes de calidad, etc. Las compañías estatales deben actuar en todos los pueblos del país, sin excepción por motivos económicos.
• Los artistas en edad militar podrían estar dedicados a efectuar actividades artísticas en zonas poco atendidas.
• Los medios de difusión de masas deben dedicar mayor atención a temas culturales y artísticos. Deben haber cadenas de TV sólo para estos temas, dentro de la actividad educativa estatal.
• El movimiento NS debe promocionar entre sus miembros la difusión artística como una forma más de militancia, especialmente cuando se haya conquistado ya el poder político.
Nuestra Ideas
R. Bau.
ARTE Y NACIONALSOCIALISMO
Una política de utopías es un desastre, pero una política sin ninguna utopía es muy triste.
Si pretendieramos lanzar el mensaje de que el único problema que hay, es lograr el renacimiento artístico del pueblo, estaría siendo utopista y olvidaría los problemas apremiantes de dominio financiero y corrupción ética/estética que forman la columna principal del sistema que nos domina.
Hay que solucionar los fundamentos, hay que eliminar el poder de la finanza, lo que a la postre sería el fin del paro y de una concepción ‘utilista’ de la mano de obra, o sea de la mercantilización del trabajo, su consideración como un ‘producto’ más, que debe asumir las leyes del mercado.
Eliminando el poder de la finanza acabaríamos con la Idea del Mercado Unico Mundial, lo que liquidaría las tensiones de dumping social e inmigración masiva, en fin… sin duda los problemas de una reforma económica radical son la base de nuestra posición, y sin esta base no podremos edificar ni un ladrillo sano.
Pero ¿de que serviría arreglar los fundamentos si después construimos encima un choza infecta?. Si vamos a solucionar los problemas de base para luego ir al chauvismo nacionalista, la guerra o el militarismo, la dictadura o la represión, el conservadurismo … para todo esto no valdría la pena luchar por lo económico.
El Nacionalsocialismo tiene un objetivo final: el Estado Artístico, o sea un gobierno que tenga como objetivo la elevación espiritual del pueblo.
Si le dijeramos a un comunista cual era (ahora ya no tienen utopía distinta a la del demoliberalismo) su utopía sin duda nos hablaría de un Estado donde todos fueran iguales, los bienes fueran comunes, y en el que cada cual pudiera hacer su vida comunitaria sin preocupaciones económicas. Una cierta anarquía liberal bajo una economía igualitaria.
Si lo hablamos con un demócrata, su objetivo es el liberalismo, una mundo de personas que cada cual hace lo que quiera, respetándose mutuamente, en continuo progreso tanto material como de ejercicio de la libertad . Todo lo más los social- demócratas añadirían una llamada a una cierta igualdad relativa, sin grandes diferencias, y un mundialismo de todo este entorno, o sea la extensión de este mundo feliz al mundo entero.
Pero desde luego ni comunistas ni demócratas tienen una visión artística del mundo.
Pues bien, para los nacionalsocialistas el objetivo no es un mundo racista de fuerza y lucha, no es una economía sana y socialista, no es un pueblo unido y sano,… todo esto son medios para el objetivo: el único objetivo final es un Estado Artístico donde los ciudadanos se eleven como personas y alcancen la máxima calidad humana a través del sentimiento, o sea del Arte. Este es el objetivo. No la libertad individualista ni la economía saneada. La Libertad y la Economía son herramientas necesarias para lograr un Estado Artístico, no son el objetivo final. La Raza sana y diversa es la base de un arte sano y diverso, no un objetivo zoológico en sí mismo.
Por eso el Arte es la esencia del nacional socialismo, aunque leyendo y conociendo a los nacionalsocialistas actuales uno duda si realmente lo son o si han ‘descubierto’ otro NS distinto.
Pero veamos más a fondo algunos detalles sobre este tema:
* Para el NS el Arte no es político, es más, se opone a una visión politizada del Arte, contra la opción leninista de implicar el Arte en la lucha política.
Es un grave error pretender identificar el arte NS con obras ligadas a simbología política. El Arte es una expresión de sentimientos, y no un medio de propaganda.
* El arte para el NS no es el arte de 1933 en absoluto, por más que es extraordinario el auge artístico que hubo en los pocos años de paz que tuvo. Nosotros sabemos que para que pueda haber un arte digno es preciso previamente que haya una ética digna. Por tanto sabemos que sin una revolución política e ideológica a fondo no es posible salir del arte decadente actual, reflejo de la decadencia ética materialista. Pero eso no significa que el arte sea político sino que depende de un ambiente o estado de pensamiento general sobre la vida.
* El Nacional socialismo no es un sistema liberal, no pretende pues un desentendimiento del Estado de la vida popular. Por ello el Estado NS si se ocupó de eliminar las influencias nefastas en el arte alemán, y de procurar llevar al pueblo el arte. No fue neutral, pero no convirtió a los artistas en funcionarios como en la URSS. Había libertad de arte mientras no se promoviese una tendencia claramente degenerada. En realidad podemos decir que su control fue el mismo que en los demás aspectos de la vida: No hubo dictadura pero si control. No había unidirecionalismo pero si poda de aquello que pasaba el límite de lo tolerable.
* En el fascismo italiano la actitud fue similar aunque mucho menos intervencionista. Se dió amplia libertad artística dado que en 20 años de gobierno fascista se logró enseguida la eliminación del ambiente propicio al arte degenerado. Mientras que en Alemania el NS tuvo que combatir la propagación de las más repugnantes actitudes promovidas y financiadas por la república de Weimar, que fue un auténtico pudridero ético, Mussolini pudo partir de unos primeros años de lucha para luego ya centrarse en un estado de opinión favorable.
* Un analista del arte nazis como Mosse, antinazi declarado, reconocía que «los cuadros que se presentaban en las exposiciones de arte alemán se vendían rapidamente y sin ninguna presión del Partido» (Mosse «La nazionalizzaziones delle masse» 1975).
* Sin duda hubo diversas tendencias en el tema del Arte dentro del NS. Goebbels eliminó la crítica de Arte y exigió que fuese el pueblo el que juzgase directamente las obras de arte, para impedir la influencia de los críticos al servicio del dinero. Pero hay que reconocer posiciones más intervencionistas como en una carta de Goebbels al director de orquesta Furtwängler el 1 abril 1933: «La labor del artista no es sólo la de unir al pueblo, también la de modelar, de educar, eliminar lo que está podrido y facilitar el camino a los sano. Como político yo no puedo coincidir con Uds en que sólo hay dos tipos de arte, el bueno y el malo. El arte no solo debe ser bueno, debe estar también ligado al pueblo». Es evidente que existía una cierta preocupación por eliminar las artes decadentes introducidas por la república burguesa de Weimar y los judíos. Pero hay que tener en cuenta que en este sentido Weimar aun había sido más intervencionista, promocionando todo el arte decadente y coartando el arte nacional.
Claudio Mutti escribió el libro ‘Art totalitaire ,Art National Socialiste’ donde nos expone el peligro de politizar el arte y algunas tendencias en ese sentido dentro del nacional socialismo. Creo que el texto en general es injusto al no recordar que el nacional socialismo alemán nace tras casi 20 años de gobierno de una República sionista que aun fue más totalitaria en favor del arte degenerado. En sólo 3 años el NS alemán restauró una situación natural y empezó entonces a ‘liberalizar’ su intromisión en el arte, que se había reducido básicamente al ataque contra el arte degenerado, y no en ordenar o imponer un tipo de arte nuevo dado.
En concreto mi opinión es que una vez eliminadas las influencias extrañas, hay que dejar el arte sin presiones políticas. No hay que hacer política en el arte. Lo que la Política debe es crear un ambiente popular sano, el Arte luego seguirá su camino. Entiendo las reticencias frente a las influencias de sionistas y capitalistas, de toda una generación de ‘artistas’ marxistas liberales que habían asolado la Alemania de Weimar. Esto debía arreglarse, pero luego el arte no puede estar politizado.
* Como se ve el polo del arte NS es que sirva para la elevación del pueblo, de su esencia. Hitler dijo: «El Arte no tiene su centro en el tiempo, sino en su Pueblo. Los artistas no deben intentar levantar un monumento a su tiempo sino a su pueblo. El tiempo cambiará, los años pasan y todo cambia, pero mientras el pueblo exista éste es la referencia de todo su arte» (Discurso en la inaguración de la primera gran exposición del arte alemán» 1937). Por ‘tiempo’ hemos de entender lo temporal, o sea lo que es accidental y propio del momento. El arte nacional socialista debía intentar trascender de lo accidental a lo permanente en el estilo y espíritu del pueblo. Mientras el arte moderno es absolutamente accidental, trabaja sobre las sensaciones del momento, nuestro arte debe intentar llegar a la médula sensible de la gente, a aquello que les define como pueblo y como personas superiores.
EL ARTE EN LA LUCHA ACTUAL
La lucha artística la deben llevar artistas. Esta primera premisa ya descalifica lo poco que se ha hecho en este tema por parte de los NS actuales. No se trata de recordar el arte alemán de 1933, ni el futurismo italiano, se trata de lograr que hayan artistas de hoy que asuman un arte digno.
Por tanto la labor de los militantes políticos NS se basa en tres facetas, ordenadas por orden de importancia:
1- Vivir en sí mismos el interés por el Arte y sus valores. Y llevar ese interés a sus grupos y organizaciones, como ‘clientes’ del arte.
2- Promocionar y favorecer a los artistas NS que se encuentren en la vida, teniendo por tales no a los militantes NS sino a los artistas que propongan una alternativa artística sana a la decadencia actual, sea cual sea su ideología política.
3- Denunciar sistemáticamente la degeneración artística del mundo actual. Este es el único punto que aveces se cumple, mal que bien, cuando es realmente el de menor interés.
La incultura más absoluto en arte asola los grupos NR y NS actuales, pero eso no es lo más grave. Lo peor es la falta de interés. Sólo ha habido un movimiento que hizo del Arte una piedra básica de su lucha, fue CEDADE, en sus primeros tiempos.
Los actos políticos eran a menudo audiciones de música, acudir a conciertos, lectura de poesía en los campamentos, promoción constante de todas las artes. En Cedade militaron varios artistas, que lo eran antes de entrar en el grupo, y que aportaron acciones en el mundo del arte. Organizamos conciertos públicos (cosa inaudita en ese momento), editamos libros de Arte tanto de la Alemania NS (entre ellos se editó por Ed Bausp el mejor libro en castellano sobre Arte NS, ‘El Arte del III Reich», en dos volúmenes a todo color) como sobre Arte en general. Componer una ópera o pintar un cuadro eran actividades a las que se dedicaba tiempo en Cedade.
Pero además se montaron acciones paralelas, con otros nombres, que se dedicaban exclusivamente al mundo artístico, sin intervención política directa. Se contactaba con artistas ‘clásicos’, se visitaban monasterios o exposiciones, en fin había una profunda visión del Estado Artístico, pero además se vivía personalmente ese amor al Arte.
No ha existido nada igual después. Pues bien, la UNICA solución es volver a crear de alguna forma ese ambiente de vivencia artística, de asumir el arte en la vida propia de los militantes y del partido. Si seguimos más preocupados por conocer detalles del sionismo o la masonería, en difundir los escándalos del capitalismo, en estudiar sobre economía, que de VIVIR en el Arte, no lograremos nunca un movimiento popular, porque el ARTE ,y sólo el Arte, te lleva al pueblo, el Arte elimina lo ácido y la crítica, palia la tendencia a enseñar lo negro y malo, el arte obliga a crear, a ser positivo, a enseñar lo que deseamos, el arte ,y sólo el arte, permite que hagamos el esfuerzo de mostrar nuestra revolución en la práctica. Un cuadro bello, un concierto, nos muestra el tipo de vida que podríamos llevar todos en vez del materialismo actual.
El problema para lograr este tipo de actuaciones es como compaginarlas con las acciones políticas. Apenas no hay dinero, tiempo ni camaradas para un tipo de lucha, y menos para organizar varios frentes. De todas formas actualmente ya hay grupos que trabajan sólo en el aspecto cultural e ideológico (que no tiene nada que ver con el artístico), y otros en el campo político, así que la creación de núcleos de lucha en el campo artístico no es algo imposible.
Los militantes políticos no sólo no suelen entender de arte sino que se suelen burlar o considerar ‘menos valioso’, e incluso ‘pérdida de tiempo’,… cuando no una actividad cursi, la lucha artística. Creo que hemos de insistir que precisamente el ‘politicismo’, o sea el exclusivismo de la acción en el ámbito político, ha sido el gran fracaso de las actividades NR de la postguerra. Se ha olvidado una y mil veces que sin una sociedad civil educada en un entorno de concepción del mundo adecuado, no hay política que llegue al pueblo. Las ideas se deben introducir por la sensibilidad y lo inmediato a la vida natural de la gente, para luego ir a lo político.
Para colmo los grupos que podríamos llamar de ‘alternativa al sistema’, que no son NS, tienen no sólo un desconocimiento artístico sino una falta de interés por entender y tratar este tema, llegándose incluso a una cierta aceptación de las formas y decadencias del arte actual, al no conocer ni entender cual es la base de nuestra alternativa en arte. Ya hemos dicho que existe una lamentable tendencia al economicismo de la alternativa, o sea a creer que el centro de toda alternativa al Sistema está en proponer salidas económicas y políticas, con lo que nos acercamos más aun al ‘estilo’ del Sistema: la ‘economicitis’ aguda. De la misma forma existe el error de confundir ‘Cultura ideológica’ con ‘Arte’. La ideología afecta a la razón y el Arte a la sensibilidad. Las revistas de ideología o cultura ideológica, incluso este mismo texto sobre Arte, no son actividades artísticas. Para asumir el arte y una alternativa artística al sistema es preciso vivir en el arte y crear arte, artistas.
Es evidente que el éxito político puede conllevar un cambio artístico pero hay que tener cierto cuidado. El partido Frente Nacional de Le Pen acaba de ganar las elecciones municipales en 3 grandes municipios, como Orange o Toulon. Dentro de la histeria anti Le Pen que hay en la Francia demoliberal, diversos ‘artistas’ del Sistema han efectuado un boicot contra estas ciudades. El FN ha reaccionado promoviendo arte ‘clásico’ frente al ‘moderno’. Esto es un error. El arte clásico esarte de otra época, que fomenta evidentemente el buen gusto y eleva a las personas, pero hay que fomentar el Arte del momento ,de la gente de hoy, en una línea correcta aunque actual. No basta recluirse en el arte del pasado, hay que crear el arte del porvenir. Un movimiento que logre un cierto poder político debe dar oportunidades a cientos de artistas que actualmente ya existen y que a su manera luchan contra el Sistema. Hay todo un arte paralelo al de las locura del Sistema, solo que está relegado a uso ‘privado’, puesto que todas las instituciones, museos, periódicos y medios de comunicación, críticos, bancos o mecenas, todo está absolutamente controlado por la barbarie del Sistema. Una ruptura de ese monopolio haría aflorar cientos de artistas olvidados, que trabajan con gran calidad aveces.
De la misma forma que en el certamen de ARCOS, en Madrid, se rechazan los que presenten arte ‘figurativo’, bastaría establecer exposiciones y premios donde se rechace el ‘arte neurótico’. Esta sola labor, establecer premios y promocionar el ‘otro arte’, sería más peligroso para el Sistema que millones de pasquines políticos. Nuestros pueblos siguen dando obras artísticas dignas, pero son ocultadas sistemáticamente, no hay que preocuparse por la creatividad, basta que no se corte unidireccionalmente.
Hay que crear escuelas de arte donde no se insulte y denigre al arte ‘no neurótico’, escuelas de arte donde se valore la calidad y no el seguir las normas del Sistema. Una escuela así es un enemigo mortal del poder demoliberal.
EL WAGNERIANISMO
Existen diversos elementos que hacen del wagnerianismo un tema ‘especial’ para los nacional socialistas.
Hitler fue un fanático de la obra wagneriana. La nieta de Wagner, Winifred, directora de los Festivales de Bayreuth, fue nacional socialista declarada. Hubo una conciencia de que el NS se sentía a gusto dentro del estilo vivencial del wagnerianismo. Wagner escribió obras profundamente ‘políticas’ en una lectura NS, como ‘Judaismo en la Música’. Tras 1945 Wagner estuvo prohibido por los aliados, e incluso lo sigue en Israel.
Creo que todo esto, y otras cuestiones similares, han sido aveces un problema, al hacer que se llegase al wagnerianismo por la política y no por el arte en sí. Hay demasiados ‘wagnerianos de uniforme’ entre los pocos wagnerianos que quedan.
Es evidente que hay que fomentar al máximo la comprensión de la obra wagneriana, pero intentando entrar en el problema artístico y no sólo en la afiliación del wagnerianismo a las posiciones NS ,o viceversa.
La importancia de Wagner en este momento está centrada en ser la última rama de una evolución del arte, que no llegó a desarrollarse por el ‘corte’ producido en 1945.
Wagner abrió un camino nuevo al Arte, en su obra se reunen 3 artes: la poesía, el Drama teatral y la Música, conjuntados de forma magistral en un solo concepto llamado Drama Musical.
Nacido en el romanticismo, el wagnerianismo sale de esa corriente y descubre un nuevo ‘sistema’ de entender el arte, mucho más profundo que el romanticismo, donde se añade a la base romántica (expresión de sentimientos personales) una visión más global, en la que se descubren temas ‘generales’, ideas y conceptos del mundo de la sensibilidad. Las obras de Wagner desarrollan temas románticos pero también temas vivenciales y sociales. Mientras la música descubre los sentimientos, la poesía ataca temas de interés global, y en el conjunto no estamos ya ante una mera ‘obra romántica’, sino ante un drama de la vida mucho más profunda.
Todo un conjunto de postrománticos bebieron de esa fuente, no sólo en la música sino en todas las artes. Las primeras décadas del siglo XX estan repletas de artistas postrománticos que tienen esta inquietud de superar el romanticismo individual por una investigación de los sentimientos globales, del pueblo, de lo ‘social’. Ibsen, Shaw, Anouhil, Unamuno, Lorca y otros cientos de artistas, todos tratan el drama con una profundidad mayor que el mero romanticismo individual.
Sin duda hubiera sido una evolución artística adecuada a una sociedad civil sana, natural, pero más concienciada en su carácter de Pueblo, de Comunidad, un idealismo supraindividual, frente al mayor individualismo del romanticismo previo. Pero todo quedó podado de raiz con el hundimiento de la mentalidad popular colectiva y social, para entrar en el individualismo histérico del capitalismo o bien en la politicismo materialista del marxismo.
Wagner es el último de los románticos y el primero de los artistas del futuro. De un futuro que aun esperamos, dentro del paréntesis al que nos ha llevado un Sistema materialista y antiartístico, donde las sensaciones, el placer y la superficialidad han sustituido toda sensibilidad superior.
LIBROS SOBRE ARTE QUE DEBEN TENERSE
¿Que se puede hacer si un camarada desea de verdad conocer nuestro Arte?.
En castellano está totalmente agotado el estudio sobre el Arte en el III Reich editado por Cedade a través de Ed Bausp, así que actualmente lo mejor es escribir a la Editorial Grabert en Alemania y pedir los 3 volúmenes extraordinarios, a todo color y con un trabajo excepcional de recopilación y calidad, sobre Pintura, Escultura (aun pendiente de salir) y Arquitectura en el III Reich:
«Kunst in Deutschland 1933-1945″, cada tomo es un enorme libro con cientos de fotos, por unos 200 DM cada tomo. Si ,son caros, pero a cambio es lo mejor, no hay comparación posible con otros libros sobre el mismo tema.
EL ESTADO ARTISTICO POPULAR
Una política de utopías es un desastre, pero una política sin ninguna utopía es muy triste.
Si pretendiéramos lanzar el mensaje de que el único problema que hay, o el más urgente, es lograr el renacimiento artístico del pueblo, estaría siendo utopista y olvidaría los ,problemas apremiantes de corrupción, paro y dominio financiero que forman la columna principal del sistema que nos domina.
Hay que solucionar los fundamentos, hay que eliminar el poder de la finanza, lo que a la postre sería el fin del paro y de una concepción ‘utilista’ de la mano de obra, o sea de la mercantilización del trabajo, su consideración como un ‘producto’ más, que debe asumir las leyes del mercado.
Eliminando el poder de la finanza acabaríamos con la Idea del Mercado Unico Mundial, lo que liquidaría las tensiones de dumping social e inmigración masiva, en fin… sin duda los problemas de una reforma económica radical son la base de nuestra posición, y sin esta base no podremos edificar ni un ladrillo sano.
Pero ¿de que serviría arreglar los fundamentos si después construimos encima un choza infecta?. Si vamos a solucionar los problemas de base para luego ir al chauvinismo nacionalista, la guerra o el militarismo, la dictadura o la represión, el conservadurismo o el fundamentalismo religioso… para todo esto es mejor incluso quedarse como estamos.
El Nacionalsocialismo tiene un objetivo final: el Estado Artístico.
Si le dijéramos a un comunista cual es su utopía sin duda nos hablaría de un Estado donde todos fueran iguales, los bienes fueran comunes, y en el que cada cual pudiera hacer su vida comunitaria sin preocupaciones económicas. Una cierta anarquía liberal bajo una economía igualitaria.
Si lo hablamos con un demócrata, su objetivo es el liberalismo, una mundo de personas que cada cual hace lo que quiera, respetándose mutuamente, en continuo progreso tanto material como de ejercicio de la libertad . Todo lo más los socialdemocratas añadirían una llamada a una cierta igualdad relativa, sin grandes diferencias, y un mundialismo de todo este entorno, o sea la extensión de este mundo feliz al mundo entero.
Pero desde luego ni comunistas ni demócratas tienen una visión artística del mundo. El Arte es una opción personal, dentro de la libertad de opciones, para el liberalismo.

NACIONAL SOCIALISMO:
EL ETERNO RETORNO A LA REALIDAD
Desde los más remotos tiempos de la Historia de la Humanidad ha habido siempre una lucha constate entre las ‘visiones mágicas’ de las cosas y las interpretaciones ‘realistas’.
Cuando los Hititas efectuaban las primeras espadas de hierro no hacían mágia sino aplicaban la realidad, creían en un ‘hecho’. En ese mismo momento Egipto levantaba pirámides, bajo la ‘magia’ de una creencia en otra vida posterior, apoyándose en una incipiente geometría.
Creo que estos dos ejemplo, contemporáneos en el tiempo, expresan muy bien los pros y contras de ambas visiones.
La creencia en una realidad palpable y moldeable ha sido siempre el eje de grandes avances y de acciones muy definidas en la Historia. Pero la ‘magia’ ha contribuido grandemente a enriquecer el Arte y los sentimientos.
Durante los primeros siglos de la Humanidad, y mucho más tarde en los pueblos no indoeuropeos, el sentimiento ‘mágico’ mantuvo la llamada ‘espiritualidad’, separada completamente de la realidad y el empirismo. El culto a la muerte y su ‘magia’, las supersticiones y el miedo (llámese religioso o no) han sido la fuente de casi todas las manifestaciones ‘inteligentes’ y elevadas de los pueblos no arios, e incluso la de los indoeuropeos durante muchos siglos.
Grecia fue el primer punto del mundo en el que el conocimiento empírico, científico, se hizo global, y alcanzó la categoría de ‘arte’, de base ‘espiritual’.
Los pensadores griegos, y lo más importante, la estructura social de las ciudades griegas, fueron el primer encuentro entre ciencia y ‘esencia’, de forma que por primera vez el filósofo griego no buscaba ‘utilidad’ inmediata en su pensamiento, sino ‘placer intelectual’, o sea elevación humana mediante la búsqueda de la Verdad.
Si para Pitágoras aun existía un elemento mágico en la matemática, en Euclides esto ya desaparece, en las ciencias griegas maduras el sentimiento de Verdad, de Conocimiento, de investigación ‘gratuita’ (o sea sin instigación mágica alguna, por el mero placer o utilidad) se hace normal. Y en especial Grecia descubre los primeros científicos ‘por placer’, sin necesidades económicas, sin utilismo práctico detrás. Investigaciones teóricas sobre los números o las Ciencias Naturales, la lógica y la gramática y la moral, la Medicina incluso, no como profesión sino como búsqueda de realidad, se inician en Grecia de forma clara. Quizás antes hubo algunos destellos de este sentido científico ,de esa búsqueda de la Verdad Natural sin intromisión mágica, pero fue pequeño. En Grecia se hace un hecho social y personal de clara realidad.
Incluso el Arte en Grecia se despega del uso mágico, ya no está al servicio de la expresión de una Idea Mágica, sino que se centra en la Belleza, en la Naturalidad Humana. El Arte griego es un homenaje al Hombre, sin más.

ARTE Y LUCHA POLITICA
EL POR QUE DE ESTE TEXTO
R. Bau
Hace poco en una de las poquísimas reuniones de Nacionalsocialistas que hay en España, que organizo periódicamente desde el fin de Cedade, estuve hablando de las razones que existen para no abandonar la lucha nacional socialista, pese a la evidencia ,para mi incuestionable, de que la lucha política actual, si quiere ser real, o sea ‘política’ de verdad, debe adaptarse a una presencia en forma de Alternativa al Sistema en su sentido más amplio y moderno. Una lucha política NS como tal, con sus formas históricas y sus bases históricas clásicas (problema judío y racismo), tiene cortado de raiz el camino al público en estos momentos trágicos de nuestra Historia.
Pese a esa realidad política, creo imprescindible que se mantengan algunos núcleos de nacionalsocialistas, capaces de tratar aquellos temas que precisamente los movimientos de alternativa al Sistema ignoran de forma sistemática, ya sea por miedo, por táctica o, lo más grave, por no interesarles.
Tal como indiqué ,como conclusión de aquella charla, sólo por la necesidad de difundir y propagar la necesidad del Arte como base y fundamento último de nuestra revolución, ya sería obligado mantener un movimiento o núcleo NS como lo fue en su momento Cedade.
Pues bien, una vez terminada esa charla, en el turno de ruegos y preguntas, cuando se profundiza y se tratan las dudas y cuestiones que los camaradas tienen sobre lo dicho, me encontré con la relativa sorpresa de que NADIE preguntó ni trató el tema del Arte (que claramente había presentado como el objetivo a lograr), sino que todos volvieron a los temas políticos inmediatos. Estaba claro que el Arte no les interesaba de forma vital, aunque aceptaban ‘su importancia teórica y discursiva’, pero no era en ellos una vivencia ‘vital’ y personal.
Esta es una realidad que he podido comprobar de forma creciente: fuera de los primeros años de Cedade, el interés por el arte y las manifestaciones espirituales y sentimentales, dentro de las organizaciones nacionalsocialistas de TODO el mundo, ha sido prácticamente nulo, con escasísimas excepciones (¿pero hay esas excepciones?…).
Para colmo los movimientos de Alternativa al Sistema, llámense como se llamen, sufren una clara influencia de una especie de ‘marxismo residual’ que invade todo el pensamiento de la gente de nuestros días: les interesa el utilismo, lo útil e inmediato en lo material. Ya sea en economía, ecología, política, demografía o cualquier otra faceta, plantean posiciones de ‘programa político’, pero no reflejan un sentimiento personal diferente al resto de la sociedad. Si hablan de ecología no hablan de su sentimiento por los animales o los bosques sino de cifras y soluciones políticas sobre Ecología, pero queda siempre la duda si después se comportaran personalmente mejor con un perro que otras personas del Sistema. Pueden hablar de demografía pero no como padres de hijos, no parecen que vivan el problema de los hijos y de las familias en su propia sangre. Ni siquiera creo que pese a sus alternativas económicas, los NS vivan después su trabajo de forma diferente a los demás.
Creo que la ‘política’ ha hecho perder el sentimiento de involucración personal. Pero este estado general es ya patológico en el Arte. No se vive ni se ‘crea’ arte de alternativa, simplemente se habla como loros de política cultural… y pocas veces artística.
No hay una sola revista NS que trate el Arte, ni siquiera de forma tangencial. Pero es que tampoco se trata en las revistas NR ni en las meramente nacionalistas. El Arte es el gran ausente en todo tipo de mensaje político de alternativa. No hay artistas nuestros, y los pocos que hay son ignorados sistemáticamente por nosotros mismos, no hay discusión ni confrontación por motivos artísticos. En realidad hay una enorme ignorancia en el tema artístico.
Los grupos NS y NR se pelean entre ellos por diversos motivos ideológicos, aveces nimios, pero jamás han discutido por una cuestión artística. No interesa.
Para darnos una idea de esa falta absoluta de interés basta ver que las revistas NS suelen ser una recopilación constante de hechos de 1933, pues incluso en este sentido no tratan en absoluto la política artística, ni reflejan el enorme interés por el debate artístico que se vivió en esa época. Fuera de cuatro vulgaridades que se saben sobre Brecker y Wagner (con un conocimiento más que superficial, que solo reboza una enorme ignorancia, pues me ha dado siempre la impresión de que algunos son wagnerianos por creer que Wagner poco menos iba uniformado de SS, pero no saben nada de nada sobre su obra, y mucho menos van a las representaciones que se hacen de sus obras, prefiriendo luego la música a base de guitarra eléctrica y batería) no les interesa en nada el tema. Se han editado algunos grandes libros sobre Arte NS o sobre el Arte bajo Mussolini… pero los pedidos en este sentido son casi nulos.
Se habla mucho de Hitler pero casi nadie sabe que es imposible entender a Hitler sin comprender su fanatismo por el Arte. La persona Hitler es antes de nada un artista. Pero esta faceta no interesa tampoco.
En ese momento ví claro que algo se había olvidado, que aquel sentimiento de ‘espiritualidad y sensibilidad’ que debería ser la base del NS, se ha transformado en política. Que interesa más conocer las tramas de la masonería o el judaismo que ofrecer un disfrute personal artístico, de forma que ‘conocemos’ al enemigo y sus errores, pero no ‘sentimos’ la verdad de una solución bella y edificante de nuestra alternativa. Nos hemos quizás convertido en pozo negros: almacenamos todo lo podrido del Sistema, sabemos como NO hay que vivir, pero no mostramos el como SI se debe vivir.
Cuando alguien escribe un artículo suele creerse que el tema que trata es el ‘más importante’. Esto es un defecto muy común, que se extiende a todas las facetas de la vida humana. Cada cual suele creerse que lo que hace en su trabajo o en su vida es del máximo interés, siendo difícil que valore en su justo término las vulgaridades, o cuanto menos prescindibles, actuaciones que normalmente llevamos a cabo.
Así que me he tomado una amplio margen de reflexión y de autocrítica antes de afirmar con absoluta rotundidad que de nada serviría llegar al poder, ni siquiera lograr una raza sana, si no fuera para con esos medios obtener un renacimiento del Arte, una formación personal, una elevación de las personas. Nuestro objetivo no es una economía fuerte ni una raza sana, sino a través de ello lograr que cada persona logre una máxima humanidad, una expresión lo más completa posible de sus posibilidades ‘sobrehumanas’.
Esta salida se llama de forma indiscutible Estado Artístico.
Para intentar desbrozar este problema hay que comprender algo más las bases de lo que es el Arte y sus implicaciones en el Sistema actual. Y sobretodo, tras ello, comprender como nos afecta de forma personal la vida artística y cual es la única forma de que el nacional socialismo actual recupere ese sentimiento de arte y elevación que fue la base de su éxito en la fase histórica de 1933.
En este sentido vamos a desarrollar los siguientes temas:
* Que es Arte y su esencia.
* Arte y el Espacio/Tiempo.
* La evolución en el Arte.
* Arte y Razón.
* El Arte en el mundo actual.
* Arte en la lucha política.
* Arte en el nacional socialismo actual.
¿QUE ES EL ARTE?
Un estudiante de Arte actual me decía ‘Arte es todo lo que queramos considerar como Arte’. Creo que esto resume perfectamente la opinión que sobre el Arte se tiene entre los intelectuales actuales. ‘Todo vale’, el relativismo absoluto y el individualismo más completo.
Casi todos los estudios sobre arte actuales (hay muchos, puesto que en esta época lamentable se especula mucho sobre el arte, para compensar la pobreza absoluta de su realización artística) van en esta dirección.
Uno de esos ‘teóricos’ del arte actual, Federico Zeri, asesor ‘artístico’ de millonarios y museos, decía en La Vanguardia 20 julio 95, ‘Se está superando lo tradicional, casi todo puede ser arte, desde la moda a lo más efímero. El arte hoy refleja pluralismo absoluto…. Buscar sensaciones o belleza en el arte es una gran tontería». Este tipo de concepciones son exactamente las que corresponden a la filosofía de nuestro tiempo, del sistema de valores actualmente en vigor. Todo vale es la expresión de una mentalidad carente de valores supraindividuales, sin objetivos colectivos, para la cual el ‘yo’ es su máximo dios, y por tanto todo lo que el ‘yo’ desee es ley. El arte del ‘yo’ es cualquier deseo o inventiva de ese propio ‘yo’, sin más regla ni valor.
Pero ya volveremos a este tema más tarde, para comprender que el arte del sistema no podría ser otro distinto al que es, ni su concepción podía ser otra.
Si queremos saber algo sobre lo que es el Arte, sin caer en simplezas ni en chorradas, ni tampoco en la mentalidad del Sistema, lo mejor es cojer un libro como ‘La Génesis del Arte’ editado por la Universidad Politécnica de Barcelona en 1974, Cátedra Gaudí, obra de J. M. Infiesta. Este texto resumen perfectamente las opiniones de una alternativa al Sistema sobre Arte, lo que no es precisamente fácil de encontrar… hasta el punto de decir que es casi el único texto en castellano serio en este tema.
Como imagino que no es fácil que lo encontreis, ni que tengais la buena costumbre de leer con calma sus 300 páginas, pese a ser absolutamente vitales, vamos a intentar exponer en pocas líneas cual es el concepto de Arte y sus consecuencias.
El Arte es la expresión de sentimientos mediante la obra humana.
Por tanto la base del arte es doble: Es una obra humana. No hay arte en la pura naturaleza, el arte es una intencionalidad en la obra de un hombre.
La Naturaleza puede expresar sentimientos en los hombres, pero no es Arte, en tanto que por definición el arte es una obra humana.
El fundamento del arte es la expresión y transmisión de sentimientos. No se trata pues de expresar belleza o fealdad, sino sentimientos. No toda obra humana es artística, por más que se quiera así considerar por el autor. Ha de ser capaz de expresar un sentimiento en el espectador, de transmitirle eso que es puramente humano, que nos eleva del estado animal y material, que es el sentimiento. El arte es ‘lo puramente humano’, puesto que es la forma de expresar esa cualidad que determina la humanidad.
Por ello la comodidad o el mero ‘espectáculo’ no es artístico. Una raya puede ser decorativa pero no será arte sino refleja un sentimiento al espectador.
Es por ello que cualquier persona es capaz de ‘entender’ el arte, si tiene sentimientos y si el artista sabe ‘expresarlos’. Mientras el crítico del sistema Federico Zeri cree que ‘No basta la sensibilidad para percibir el arte. Sobre todo es necesario un conocimiento’, nosotros creemos que el verdadero arte no exige ‘conocimiento’ sino sensibilidad. Otra cosa es que si añadimos conocimiento a la sensibilidad se pueda profundizar más en la obra, en sus facetas… ‘comprenderlo’. Pero lo que es ‘arte’ no es la ‘filosofía del arte’, ni su ‘comprensión’ sino su ‘intuición’ mediante la sensibilidad, que ‘te diga algo’ a la fibra ‘humana’ íntima de cada cual.
Es por ello que ‘la belleza’ en sí NO es Arte. Lo Bello puede o no ser artístico. La armonía de las partes, según el concepto cultural que se tenga de esa armonía (hay una tribu negra que considera bello un enorme labio inferior deformado artificialmente), no es arte en sí mismo. Pero si esa belleza se transmite por la obra de arte como un sentimiento de ‘amor o admiración por esa belleza’, o sea si la obra transmite al espectador una sentimiento de belleza interior, es cuando nos encontramos con el Arte.
En Grecia la Belleza era la aspiración. Sin embargo esa belleza estaba expresada por la Armonía. En cambio las obras de escultura modernista expresan la belleza por una expresividad del cuerpo más que por su ‘armonía fisiológica’, y en el romanticismo en la escultura se destacaba el ‘rasgo de carácter’, o sea la ‘deformación’ de algunas facetas físicas para transmitir al espectador una faceta de carácter psicológico de la personalidad. Hay esculturas sobre la vejez que reflejan no una ‘belleza’ sino un sentimiento profundo de respeto, de compasión o de fatalidad, ante la vejez. Es puro arte y no hay ese concepto de ‘belleza’ como armonía de formas, pero si una profunda transmisión de sensibilidad.
Es preciso pues entender claramente este concepto de Arte, y su oposición al actual, para comprender todo el problema artístico. Por ello vamos a profundizar más en la concepción del arte y de la sensibilidad.
MENSAJE Y FORMA – SENSIBILIDAD Y SENSACION
Dado que nos referimos tan continuamente a sentimientos o sensibilidad como base del Arte, será interesante que se comprenda la diferencia entre Sensaciones y Sentimientos, dado que precisamente esta confusión es una de las bases del drama del ‘arte’ actual al sustituir mediante sensaciones lo que debería ser una expresión de sentimientos.
Sensación es un efecto del mundo exterior en el organismo a través de los sentidos. Está demostrado que hay colores que excitan. Hay desnudos que provocan sensaciones sexuales. Ciertas combinaciones de colores y objetos pueden provocar tranquilidad, hay formas que indican amplitud de volumen, y asociaciones de notas que dan sensación de armonía… en general una buena parte de la producción de manchas y rayas de colores que actualmente se hace pasar por ‘arte’ no es más que un estudio de ‘decoración’ orientado a satisfacer una sensación de colorido o comodidad del volumen. ¿Arte?, en absoluto, no hay sensibilidad sino sensación…. a no ser que precisamente el placer o la sensación sea la única forma de sentimiento que se busque o interese….
La perspectiva y el colorido pueden ejercer una sensación de ‘ambiente profesional’, de ‘modernidad’ o de amplitud, puede hacer ‘agradable’ la combinación de unos colores o manchas, pero no hay que confundir esa sensación con el sentimiento. El sentimiento nace del propio hombre, exige un esfuerzo de ‘apropiación’ para crear el propio sentimiento.
Las sensaciones las tienen también los animales, mientras el sentimiento en lo específicamente humano. El ‘Superhombre’ no es un guerrero fabuloso ni un ser enorme, es precisamente la idea de ir superándose en lo específicamente humano de tal forma que se llegue a ‘ser más hombre’ y menos ‘animal’. La sensibilidad, los sentimientos y la espiritualidad, son el camino de ‘superación’ en lo humano. El Arte es uno de los caminos al Superhombre en tanto alimenta su sensibilidad, su ‘humanidad’, y lo eleva de lo ‘animal’.
De esa misma forma existe un paralelismo con el concepto de forma y mensaje en la obra artística. Para transmitir sentimientos es preciso usar formas, o sea entes que provocan sensaciones en los sentidos humanos. Volumen, notas, armonía, colores, dibujos, lenguaje, gramática, perspectiva, montajes, todo un mundo material que genera una serie de sensaciones pero cuyo objetivo es lograr que éstas hagan ‘sentir’ al receptor, no tienen su fin en sí mismas, sino están al servicio de lo ‘humano’, de la sensibilidad.
En cambio la conversión del Arte en una etapa de ‘sensación’, en un mero estímulo a los sentidos, al PLACER en realidad, pues el placer es la sublimación de las sensaciones, es un rebajamiento del hombre hacia lo infrahumano.
El arte de las sensaciones es un retroceso en la hominización, un retroceso al estado previo. El placer como ‘felicidad’, he aquí la sensibilidad de nuestro tiempo. Hemos elevado a SENTIMIENTO lo que debía ser mera sensación. Hemos convertido el placer y los sentidos, el sexo, la droga, la comodidad, el bienestar, la gula, la mera ‘forma’ en el núcleo del sentimiento.
Si, no solo hemos eliminado el sentimiento verdadero del arte, sino que se ha hecho algo mucho más terrible, se ha convertido la forma en el mensaje, la sensación en el sentimiento.
Ya Schuon, el gran teórico de la Tradición, en su ‘De la unidad transcendente de las religiones’ dice: «cuanto más nos aproximamos al fin del ciclo tradicional, más importancia tiene el formalismo, inclusive desde el punto de vista artístico’. Así es, la forma sustituye al mensaje.
Por eso el ‘Golden Eye’, el asesor de Paul Getty y su arte de consumo moderno, dice «Yo busco la belleza del tejido formal…. una frase está compuesta de palabras y pausas y un cuadro lo mismo». Si, un cuadro son colores, líneas, el marco… o sea para ‘él ser actual’ el arte son las formas. La sensibilidad del libro son sus palabras y pausas, la forma. Por eso Cela escribió ‘Oficio de Tinieblas’, un libro sin comas ni espacios… el mensaje era la forma. Este es el submundo de nuestro siglo.
Precisamente la gran definición del ‘imbécil’ es aquel que vive de las sensaciones y no de sentimientos.
El hombre busca la Felicidad, que es un Sentimiento, pero la puede buscar a través del Arte (y la razón/ciencia, de la que ya hablaremos en su relación con este tema), o a través del placer/sensación. El camino hacia arriba o hacia abajo.
ARTE Y ESPACIO/TIEMPO
Pero si hablamos del arte de un siglo o del arte indú estamos introduciendo un concepto nuevo que hay que aclarar antes de penetrar a analizar la evolución del arte.
Existe pues una relación del arte con el espacio y el tiempo. Ya ni siquiera esta época neurótica niega este hecho, aunque no le gusta en absoluto.
Cada época, cada pueblo, genera sus concepciones artísticas propias, o sea genera una forma de expresar sus sentimientos. Ni las formas ni los sentimientos a expresar son iguales en el tiempo ni en el espacio.
Desagradable cuestión para el sistema, especialmente la variación en el espacio. Pues a nadie se le escapa que el espacio está ligado a los pueblos, o sea que la variación del arte en el espacio está ligada a las diferencias entre los pueblos que ocupan ese espacio, además de a su tradición y condiciones espaciales (de entorno). La diferencia en el Arte manifiesta la diferencia de los hombres.
TIEMPO:
Las variaciones enormes en las concepciones sensibles con el tiempo, incluso en el mismo entorno humano, nos llevan al concepto de EVOLUCION del Arte que hemos de tratar con sumo detalle más adelante, por lo que ahora sólo expondremos una visión general del tema.
Es evidente que el tiempo efectúa cambios vitales en el Arte. Una parte de ellos son debidos a cambios en el tiempo del entorno material, formal. Si se inventa el piano, se amplía la capacidad de generar ‘formas musicales’, lo que conllevará una presión ambiental sobre el ‘arte’ musical, no sólo en sus formas, sino en las posibilidades de transmitir mensajes, al disponer de formas nuevas que capaciten mensajes nuevos. Pero esos cambios del entorno solo dan ‘capacidades nuevas’, la evolución del arte se centra en el cambio de ‘sensibilidades’, de sentimientos.
La aparición del romanticismo no se produce debido a la aparición del piano, pero es evidente que el piano permitió el avance del romanticismo en la música.
Los cambios de ideas, las ideologías de los pueblos, o sea las concepciones del mundo, llámense religiones, creencias y estados sociales, incluido ,claro está, las situaciones económicas, influyen de forma decisiva en el Arte. Los sentimientos y la sensibilidad de la gente está condicionada al ambiente cultural de su entorno, a las creencias y la forma de ver la vida.
Por eso el Arte varía con el tiempo, al ser un reflejo exacto de la sociedad, de la Comunidad, de sus aspiraciones, de sus mitos y miedos, de sus priorizaciones y sensibilidades. Ahora bien, la ‘forma’ como esa visión del mundo se transmite, la ‘forma’ artística, eso es propiedad del artista. El genio artístico es el que da la creatividad. El románico es una etapa profundamente religiosa pero nadie fuerza su ‘forma’, nada condiciona el ‘como’ se expresará esa religiosidad: es el artista y los medios técnicos (formales) de los que dispone los que definirán al arte. Esta es la genialidad individual y su diversidad. En el II Concilio de Nicea se decía que ‘El Arte pertenece solo al pintor, mientras la elección del tema y la disposición (el simbolismo del tema) pertenece a la Iglesia’. O sea: la forma artística es del artista y su genialidad, pero el sentimiento a transmitir, la religiosidad y sus matices son de la Comunidad, del Pueblo (en ese caso de la Iglesia).
Era una forma de indicar que ‘los motivos de inspiración’ siempre vienen del pueblo, de la comunidad, pero la diversidad de sus manifestaciones son propios de cada artísta.
ESPACIO:
Cada pueblo expresa sus sentimientos de forma diferente, y valora los diversos tipos de sentimiento de forma tambien diferente. Mientras en Córdoba había arte morisco, en Asturias estaban con el románico. No puede haber dos formas más diversas de expresar su ‘espíritu’ dos pueblos, separados solo por unos pocos cientos de kilómetros. Poco después, expulsados los árabes, en ambas zonas imperaba el gótico.
Por supuesto dentro de dada pueblo, cada individuo es diferente, la variedad es la base del arte. Pero esa variedad está encuadrada en una COMUNIDAD, en un ‘ámbito de valores’ que es el que jerarquiza y marca los sentimientos aceptados, las formas de expresarlos y los valores de ambiente en los que se mueve todo el mensaje artístico.
Es jocoso que el Sistema quiera negar ese marco, hablando de libertad absoluta artística, precisamente en una época como la actual, cuando las normas del ‘arte’ moderno son más rígidas y estrechas que nunca. Nunca ha estado ‘el arte oficial’ tan estrechamente vigilado y controlado, tan dirigido, como ahora, por un marco de valores y concepciones estéticas.
Humberto Eco, junto a gente como Elie Wiesel, Tapies, Vargas Llosa, Yehudi Menuhin, Saul Bellow, Nadine Gordimer ect… han creado una Academia Universal de la Cultura para intentar sintetizar todas las formas en una Unidad Universal igualitaria, generando una ‘imagen única’ de todo. Es la lucha de la ‘idea’ , del valor actual, contra la disparidad.
Para unificar el arte hay una sola forma: eliminar el sentimiento y la sensibilidad del Arte. Dado que la sensibilidad es diferente en cada pueblo, y eso no pueden cambiarlo por ser algo intrínseco al hombre, pueden eliminar la sensibilidad del arte, y sustituirla por sensaciones. Las sensaciones pueden ser comunes, pues todos los pueblos tienen sentidos iguales, ojos, oidos, tacto, vista…. las diferencias están en los mensajes, y con ellos en las formas que se usan para expresar esos mensajes. Si el mensaje es la mera forma, ésta puede ser común a todos, pues no intenta provocar sensibilidades específicas sino sensaciones básicas. Todos los pueblos tienen una base ‘hominida’ común, sólo rebajándose a esa base, rebajando pues lo específicamente humano, lo que eleva al hombre de las bestias y les da carácter propio, es posible la gran utopía de la uniformidad…. eso o eliminar las diferencias entre los pueblos con ‘la gran mezcla’.
Mientras no exista esa uniformidad, mientras hayan Comunidades distintas, biodiversidad humana, habrá arte según cada pueblo, habrá la riqueza artística que todos deseamos, no solo por la variedad individual sino por la variedad de comunidades.
No se si somos conscientes de la importancia de lo que hemos expresado. La base del racismo, la base de nuestro racismo (no del racismo primitivo de los xenófobos, reflejo animal del miedo al ‘otro’) es precisamente el deseo de mantener la biodiversidad, de mantener esa obra de Dios o de la Naturaleza (según se sea o no ateo) que es la diversidad y su riqueza.
El Arte, el amor a la sensibilidad y su riqueza, el respeto a las formas diversas de expresar sentimientos, el deseo de que cada pueblo pueda expresar sus sentimientos de la forma original que ellos los viven, es la base del racismo nacional socialista.
LA EVOLUCION EN EL ARTE
Como ya hemos dicho cada comunidad varía con el tiempo su priorización de valores y su forma de ver los sentimientos o de expresarlos. Si en Grecia la Belleza formal, la Armonía, provocaba la mayor sensibilidad en el pueblo, que no sólo admiraba esa armonía de formas sino que les provocaba un sentimiento de Belleza ética paralela a la formal, durante el románico la escultura es ‘fea’ si tomásemos esa armonía formal como referencia. Para los pueblos del románico europeo la religiosidad y la compasión mística era lo que buscaban en las escuálidas imagenerías de vírgenes y cristos mal compuestos desde un aspecto formal. La ‘Pietá’ de Miguel Angel no provocaba mayor religiosidad que una de aquellas pequeñas imágenes marianas del siglos X, en realidad Miguel Angel transmite más la belleza y el dolor de la mujer, mientras en el románico se buscaba la Virgen como mística religiosa.
¿Que hizo cambiar del románico al gótico?. Hay mil respuestas. Los avances técnicos en arquitectura que permitieron elevar las construcciones, el aumento de población y riqueza que exigían ese mismo aumento de volúmenes, una pérdida del estilo austeramente religioso y recogido en favor de una religiosidad ‘oficial’ magnificente,… todo es parcial. El románico también había dado catedrales enormes en Italia, y los cambios no fueron solo en arquitectura sino en otras artes. Las explicaciones técnicas y materiales no explican los diversos cambios de las artes, aunque si marcan caminos y cierran otros.
La evolución del arte es algo espiritual, se explica básicamente por los cambios de mentalidad y valores en la sociedad. Las razones del cambio en la sensibilidad de una sociedad son complejas aveces, producto de múltiples razones, unas de entorno material, otras de la evolución de las ideas y creencias.
Es evidente que una sociedad muy religiosa favorece el arte sacro, y que si los mecenas son obispos y Conventos, ese arte religioso aun se desarrollará más. De forma que se produce una realimentación: el arte sigue a las ideas y mentalidad de la comunidad, y esa misma comunidad favorece y exclusiviza ese arte al ‘pagar’ precisamente las obras que ‘le gustan’. De esa forma si un artista del románico hubiera esculpido desnudos griegos hubiera tenido problemas ‘políticos’, y además ninguno de los mecenas artísticos de la época se hubiera atrevido a encargarle obras ni a exponerlas en sus casas. De la misma forma que un artísta actual que reflejase una actitud racial o religiosa no sería bien tratado por los marchantes, Fundaciones y museos que actualmente controlan el mercado del arte. Sus obras no tendrían buena crítica, los diarios no los promocionarían, las galerías no las expondrían. Y esto empieza en los jurados de las pequeñas exposiciones locales. Hace un tiempo uno de esos jurados permanentes de un pueblo decía ‘Fuera todo lo que sean láminas!’, para desechar de entrada todas las obras ‘realistas’ que se presentaban al concurso.
De alguna forma se crea una ‘escuela’ o ‘normas’ al cabo de un tiempo de establecerse una nueva sensibilidad, correspondiente a nuevos valores y mentalidad. De forma que las nuevas obras se valoran ya respecto a esa ‘formalidad’ nueva, a esa ‘escuela’ que se ha establecido.
Cuando un genio, un creador excepcional, un loco o un excéntrico cambia esas normas para expresar de forma distinta los sentimientos, o expresar nuevos mensajes, suele recibir el rechazo de las ‘escuelas’ formales ya establecidas, y en ese momento se establece la lucha por la ‘evolución’. Si lo nuevo refleja una necesidad de la comunidad, o sea se ajusta a las necesidades de expresión y sensibilidad de la comunidad, es posible que llegue a reemplazar a la vieja escuela. Si es solo obra de un excéntrico puede que no logre sobrevivir. De esa forma la lucha de los grandes renovadores ha sido siempre difícil y dura contra las normas del pasado.
Wagner fue en su momento un renovador absoluto del arte, y se enfrentó directamente con la concepción de la ‘ópera’ que hasta ese momento existía. Consciente de este problema y de la lucha que tuvo que llevar contra ‘las instituciones’, reflejó su idea de la evolución en el Arte en su obra ‘Los Maestros Cantores de Nuremberg’. Aunque evidentemente esta obra contiene otros muchos valores y sentimientos, sin duda expresa perfectamente la idea de Wagner respeto a la ‘legitimidad’ de la evolución en el Arte.
Lo que Wagner indica en el texto de los Maestros es realmente vital para entender la base de la evolución en el arte y comprender más adelante la ruptura, no evolución, que se ha producido en nuestra época. Por ello me voy a permitir exponer brevemente el núcleo de la cuestión:
Los Maestros forman una ‘escuela’ ya cristalizada, que honran al arte y son respetados por el pueblo, dado que en sus días han sabido elevarlos y expresarles la belleza del canto, han sido Maestros del pueblo en su sensibilidad. Con el tiempo estos Maestros se han organizado en una ‘escuela’ que ha definido las ‘formas’ y ‘normas’ que debe cumplir una canción para ser bella y tener la calidad que se exige. Cada año celebran un concurso para elegir la más bella canción, promocionando así el arte que ellos establecieron, y para la elección usan sus normas como metro de medida.
Reunidos los Maestros, Pogner, un rico comerciante enamorado del arte, la belleza y la bondad, se lamenta de oir que en Alemania no se aprecia aun el arte y la belleza. Por ello quiere premiar a la mejor canción de ese año con la boda con su hija Eva. Pero exige que Eva deba dar su consentimiento, de forma que le quede la posibilidad de no casarse o casarse con el ganador.
Sachs, el zapatero, imagen del artista abierto y sensible, no apegado sólo a las normas sino a las fuentes de la belleza, propone entonces algo revolucionario para aquella ‘escuela’ de Maestros: De igual forma que Eva debe aceptar al marido, ¿por que no es el Pueblo quien deba elegir la canción más bella, en vez del tribunal de los Maestros y sus normas?.
Ante las protestas de los Maestros, que desconfían del buen gusto del pueblo llano, Sachs dice:
«Comprendedme bien. Harto sabeis que no desconozco las reglas del arte y yo mismo he sostenido varias veces el riguroso cumplimiento de la ‘tablatura’, pero digo y repito que, una vez al año siquiera, no juzgaría inconveniente salir de la rutina y costumbre con tal que no perdiesen las reglas su fuerza y vitalidad. La intervención del pueblo daría sin duda por resultado la seguridad de que no nos alejamos del camino de la Naturaleza».
«No creo que hubiera lugar a arrepentirnos si, al menos una vez al año, en vez de atraer al pueblo hacia vosotros, como soleis hacer, descendierais de vuestra altura de Maestros hacia él. ¿Cual es nuestros objetivo?. Llegar y agradar al pueblo. Pues bien, preguntémosle una vez siquiera si le agradamos. Con eso el arte florecería y crecería su influencia».
Wagner acierta absolutamente en su diagnóstico. Son los artistas y los genios los que deben crear el arte, que no puede dejarse en manos de la incultura ni de cualquiera, no se trata de rebajar el arte al nivel del pueblo, sino de elevar al pueblo hacia la sensibilidad. Pero el objetivo del arte es llegar a ese pueblo y decirle algo, transmitir esa sensibilidad y ese mensaje que eleva el espíritu de los hombres. Por tanto aunque el Arte debe ser elitista y cumplir con una calidad, al fin debe agradar y llegar al pueblo. Si la gente no recibe el mensaje, si no sirve para despertar la sensibilidad del pueblo, no tienen sentido la ‘escuela’ ni sus ‘normas’.
No le hacen caso los Maestros, a los que asusta esa ‘renovación’, y juzgan al nuevo artista Walther según las reglas de la ‘escuela’, con lo que no es aceptado. Walther, el renovador, no ha aprendido en la escuela y sus normas, sino en la belleza y la Naturaleza, o sea en las fuentes originales del arte.
Cuando los Maestros le preguntar a Walther a que escuela pertenece, contesta:
«Cuando vivía en mi tranquilo hogar, encerrado en el castillo, que rodeaba la nieve, me dió mi maestro como herencia de un antepasado, un libro que hablaba de la sonrisa de la primavera y su próxima resurrección».
«Cuando llegaba el deshielo, y se templaba el aire, sentía resonar en el bosque y en la pradera de los pájaros, lo que aquel libro me había enseñado. Allí aprendí a cantar».
Todo arte se renueva partiendo de la Naturaleza, de los nuevos sentimientos y valores, de la realidad y el pueblo. Esta es la fuente del arte y allí hay que ir a buscar si se ha quedado ya vieja la escuela vigente o no.
El nuevo canto no cumple las normas. Los Maestros se escandalizan. Hay dos posiciones:
Sachs: «El canto y el verso me parecen más nuevos que confusos, y aunque no siguen vuestro sistema, la melodía se desarrolla inspirada y sin incorrecciones. Quereis juzgar según las reglas, sin advertir que lo que no fue construido con ellas no puede ser juzgado por vosotros».
Beckmesser: «Sachs, así favoreceis su aceptación ,sin duda para que introduzca en nosotros el desorden. Que cante si quiere en las calles, pero aquí sólo se admite al que se atiende a las normas del arte».
Es difícil en menos palabras definir más claramente la lucha del arte establecido contra la evolución artística. El desorden, la confusión, el miedo a la falta de calidad, hacen que los poderes establecidos se opongan a la novedad. Pero si esa novedad nace de la belleza y la sinceridad, si es ‘inspirada’ y tiene la virtud de llegar al pueblo y transmitir lo que necesita, entonces el nuevo arte logrará triunfar.
Pero la renovación no debe olvidar que en su día los Maestros fueron los que elevaron al pueblo y le dieron calidad. El arte de cada época, las escuelas y sus normas, han sido en su momento piezas de calidad y belleza. Cuando Walther logra demostrar la belleza de su canción al pueblo y los Maestros aceptan esa renovación, le ofrecen ser Maestro a su vez. Entonces Walther ,al principio, rechaza ser Maestro, rechaza de alguna forma ‘respetar’ al pasado. Sachs le dice:
«No desprecies a los Maestros y el arte; esta distinción ha de parecerte honrosa. Su mayor gloria no la deben ni al blasón de sus antepasados, ni a su lanza, sino a su calidad de poeta… y puesto que estimas el Arte que tales premios concede, debes estimar a los Maestros que lo han cultivado y amado, y han conservado su tradición, que en los años de miseria y lucha se refugiaba en ellos, y la conservaban genuina cuando se perdía entre castillos y palacios. Los Maestros la han conservado siempre a su mayor altura hasta ahora. ¿Que puede usted desear más de ellos?. Ante el peligro que nos amenaza, e introduce las costumbres y el lenguaje de cortes extranjeras en el pueblo e imperio de Alemania, a tal punto que en breve ningún príncipe entenderá a su pueblo, cuando haya desaparecido nuestro carácter, todavía éste se guardará incólume entre los Maestros Cantores. Por eso le conjuro a que les estimeis y honreis sus obras. Puede desaparecer el Imperio ,pero será inmortal el arte sagrado alemán».
Si, la política pasa, la decadencia de gobiernos e ideas se suceden, pero el arte, la belleza y la espiritualidad del arte es lo único que permanece. El arte de un pueblo es su reflejo en la eternidad, es la única huella que no borrará la muerte ni la decadencia del poder.
El Arte debe evolucionar pero respetando siempre su entroncamiento con la obra artística del pasado, pues son hijas ambas del mismo pueblo y sentimiento.
En una palabra, la renovación de las formas y las normas, de las escuelas, se hace en base precisamente a su aceptación popular, a reflejar mejor los sentimientos que el pueblo necesita y desea en ese momento. Y por otra parte respetando todo aquello que en otros momentos históricos se hizo para expresar también la sensibilidad de su momento. La historia del arte no es sólo un mero combate entre escuelas sino una adecuación constante de las formas a los mensajes y necesidades espirituales de cada pueblo, con un amor y respeto a todos los que en cada momento han sabido elevar el espíritu humano en sensibilidad.
ARTE Y CIENCIA: EL ETERNO RETORNO A LA REALIDAD
Desde los más remotos tiempos de la Historia de la Humanidad ha habido siempre una lucha constante entre las ‘visiones mágicas’ de las cosas y las interpretaciones ‘realistas’.
Cuando los Hititas efectuaban las primeras espadas de hierro no hacían magia sino aplicaban la realidad, creían en un ‘hecho’. En ese mismo momento Egipto levantaba pirámides, bajo la ‘mágia’ de una creencia en otra vida posterior, apoyándose en una incipiente geometría.
Creo que estos dos ejemplo, contemporáneos en el tiempo, expresan muy bien los pros y contras de ambas visiones.
La creencia en una realidad palpable y moldeable ha sido siempre el eje de grandes avances y de acciones muy definidas en la Historia. Pero la ‘magia’ ha contribuido grandemente a enriquecer el Arte y los sentimientos.
Durante los primeros siglos de la Humanidad, y mucho más tarde en los pueblos no indoeuropeos, el sentimiento ‘mágico’ mantuvo la llamada ‘espiritualidad’, separada completamente de la realidad y el empirismo. El culto a la muerte y su ‘magia’, las supersticiones y el miedo (llámese religioso o no) han sido la fuente de casi todas las manifestaciones ‘inteligentes’ y elevadas de los pueblos, incluso las de los indoeuropeos durante muchos siglos.
Grecia fue el primer punto del mundo en el que el conocimiento empírico, científico, se hizo global, y alcanzó la categoría de ‘arte’, de base ‘espiritual’.
Los pensadores griegos, y lo más importante, la estructura social de las ciudades griegas, fueron el primer encuentro entre ciencia y ‘esencia’, de forma que por primera vez el filósofo griego no buscaba ‘utilidad’ inmediata en su pensamiento, sino ‘placer intelectual’, o sea elevación humana mediante la búsqueda de la Verdad.
Si para Pitágoras aun existía un elemento mágico en la matemática, en Euclides esto ya desaparece, en las ciencias griegas maduras el sentimiento de Verdad, de Conocimiento, de investigación ‘gratuita’ (o sea sin instigación mágica alguna, por el mero placer o utilidad) se hace normal. Y en especial Grecia descubre los primeros científicos ‘por placer’, sin necesidades económicas, sin utilismo práctico detrás. Investigaciones teóricas sobre los números o las Ciencias Naturales, la lógica, la gramática y la moral, la Medicina incluso, no como profesión sino como búsqueda de realidad, se inician en Grecia de forma clara. Quizás antes hubo algunos destellos de este sentido científico ,de esa búsqueda de la Verdad Natural sin intromisión mágica, pero fue pequeño. En Grecia se hace un hecho social y personal de clara realidad.
La Ciencia como ‘arte’, en el sentido de como ‘sentimiento de felicidad y disfrute por el conocimiento’ nace en Grecia, donde se despega del uso mágico, ya no está al servicio de la expresión de una Idea Mágica, sino que se centra en la alegría de conocer, en la Naturalidad Humana.
La Razón pura desarrolla la Filosofía y se basa en la Lógica.
La Sensibilidad desarrolla el Arte y se basa en la intuición creativa.
Las Sensaciones desarrollan el Placer y se basa en los Sentidos.
La razón es pues la OTRA cualidad humana que la identifica y le da especificidad. El hombre es el único que tiene Lógica y Sensibilidad.
La diferencia es que la Razón tiene como límite la Realidad, o sea la prueba. La Filosofía y la Ciencia en general no pueden traspasar los marcos de la realidad tangible y comprobable (la Lógica es de alguna forma un marco definido por nuestro cerebro). Así pues el mundo de la Ciencia es tremendamente más limitado que el del Arte. Pero es sin duda más objetivo. No hay Arte en la expresión de la realidad, sino en la sensibilidad. Una fórmula matemática o una demostración lógica no es un acto artístico.
Sin embargo si existe el sentimiento de amor a la Verdad, de búsqueda y ilusión por comprender la Naturaleza. De alguna forma el científico puro, si existe…, el que trabaja por ese sentimiento y amor a la Verdad y la Realidad, se acerca en algo al artista.
Lo importante es comprender que la Realidad, que cae dentro del mundo científico y lógico, no puede estar limitada por esa tangibilidad. Los sentimientos y la sensibilidad dan vida a ‘otros mundos’ que no están en las probetas ni se pueden medir, pero que son también ‘reales’ para los que los viven con la sensibilidad. Así pues el Arte y la Ciencia se complementan y no se excluyen ni se enfrentan. Lo malo es cuando, como pasó con el marxismo, la Razón y la Ciencia pretende ser la única fuente de realidad, de forma que los sentimientos y el arte pretenden reducirse a fenómenos psicológicos sin valor, supeditados a ser meros resultados de condiciones económicas y relaciones sociales. Una Utopía racional que sale precisamente de su campo lógico, se convierte en una dictadura contra el Arte y los sentimientos. La dictadura del materialismo es anticientífico, pues ignora una parte de la realidad: los sentimientos.
Por eso el nacionalsocialismo propone un Estado Artístico donde la Ciencia y la Realidad de los medios sobrados materiales y la lógica para el conocimiento, con un sólo objetivo: elevar a las personas por el arte.
EL ARTE EN EL MUNDO ACTUAL
Es una grave simplificación creer que el arte que se llama ‘moderno’ es simplemente producto de la incapacidad de los artistas actuales, o de una dictadura de marchants que lo imponen.
Las locuras ocultan la base del problema.
Un Gordon Matta que ‘esculpía’ a base de ir a edificios abandonados y con un taladro hacerles agujeros en todas las paredes. Una Carlotte Moorman que toca en violón desnuda y recubierta de chocolate. Una Ana Mendieta que se ató a una mesa en una exposición, desnuda de cintura para abajo, y salpicada de sangre. Mientras otros pintaban cuadros en blanco, o hacían esculturas con sillones viejos, músicos que se dedican a aporrear el piano con una maza, calcetines sucios o paredes desconchadas en plena exposición, rayas y colores con títulos de locura, miles de disparates y chorradas inmensas… todo eso hace que muchos camaradas ya no pretendan ‘entender’ que ha pasado en el arte moderno, pues simplemente lo consideran una locura más del mundo en decadencia.
Pero esto es una simplificación que nos evita entender donde estamos y a donde vamos, y que es lo que nos impide ir a otro sitio.
Ante todo hay que entender que todo proceso artístico proviene de algo previo. Hasta este siglo toda evolución ha tenido precursores y se ha basado en parte en lo anterior. Si tomas un libro sobre pintura moderna, veremos que hay incluso la osadía de pretender que el primer ‘moderno’ es El Greco, pero dejando aparte esa broma, es evidente que los impresionistas posteriores son citados como precursores del abstracto. En música muchos justificadores del atonalismo hablan de Wagner como ejemplo de ruptura con la melodía clásica y ponen a Schoemberg como seguidor de un ‘cierto’ postwagnerianismo!.
Gaugin, Munch, Klimt, Matisse… o el Picasso de ‘Las señoritas de Avigon’,… es toda una escalera hacia el nuevo sistema de valores.
El problema no es ese, el tema es comprender que el arte sigue siendo la expresión de sentimientos, la sensibilidad de una época y de una comunidad. La comunidad occidental ha estado desde 1920 sometida a profundas presiones ideológicas, a revoluciones del pensamiento y la voluntad popular. Era lógico que cada una de esa formas de ver el mundo encontrase la expresión de su cosmología en una forma artística adecuada. Hay todo un arte postromántico que empieza a brotar, pero que muere cortado de raiz por la derrota de 1945. Es falso que el arte impresionista fuese a abocar inevitablemente al abstracto. El impresionismo o el modernismo, como tantas facetas de un cierto romanticismo posterior, expresaba la belleza de su momento, y podría haber evolucionado de muchas otras formas.
Hay también una enorme cantidad de artistas muy valiosos en los años 20 y 30, que se oponían a la degeneración del arte, tanto desde posiciones de izquierda como conservadores o apolíticos. Fueron los grandes olvidados, tirados a la cuneta por los poderes del dinero.
Precisamente la evolución del arte en el tiempo es el justificante permanente de cualquier crítica al arte actual. Cuando una persona dice que Miro es una chorrada o que la ‘escultura’ de Tapias formada por sillones viejos es simplemente una estupidez, la primera reacción es indicar que se ‘esta fuera del tiempo’, que no se ha seguido la evolución. Otro tópico es que con la aparición de las fotografía ya no tiene sentido el neorealismo y por ello el abstracto es la reacción propia del nuevo tiempo.
Lo definitivo es el triunfo en el mundo de la cosmología materialista en 1945. Hay que entender que el arte moderno antes de 1945 estaba aun en plena etapa de lucha ‘por asentarse’. Por eso a mucha gente aun les parece bien el Picasso inicial o las obras ‘modernas’ de los años 50, mientras no entienden como han acabado en la locura actual. Y lo peor: a partir de los 90’s se está acabando la etapa de la locura total y aparece el asentamiento del arte moderno en una cierta ‘ortodoxia’ de lo extravagante, mucho más peligrosa que la estupidez bárbara del inicio. Hoy día las rayas y manchas son ya ‘serias’. Es más peligroso un Botero que un Tapies, simplemente porque el poco sentido común que le queda al pueblo comprende bien que una obra de Tapies a base de sillas rotas es una estupidez, una ‘boutade’, una gracia, pero en cambio al ver las ridículas formas gruesas de las esculturas de Botero no se atreve a catalogarlas de estupidez, sino que intenta acercarse a ellas. El respeto por los críticos y la idea de evolución y modernidad surgen efecto ante un Botero mientras que no son suficientes normalmente para justificar un mamotrético Chillida. Por eso el ‘arte moderno serio’ es lo realmente peligroso.
Si queremos entender el arte moderno, entenderlo en el sentido de poder efectuar su crítica de forma objetiva y centrada en la base, no en las ramas, hay que entender el concepto de vida, la cosmología, que expresa y a la que se expresa ese arte.
Hay que comprender primero que la mayoría casi absoluta de los ‘artistas’ y tendencias modernas provienen de una izquierda marxista pero liberal. Están absolutamente impregnadas de los principios demoliberales pero con una carga de ‘ruptura’ con el mundo ‘clásico’. La mayoría de las primeras barbaridades en el arte son como una bofetada contra todo lo que era el arte postromántico, de base popular y sensible, que era de alguna forma el apoyado por los fascismos. Se trata pues de un combate. Y eso por la razón clara de que el marxismo no otorga al arte un papel neutral, sino lo considera solo una arma de lucha contra el enemigo. Miles de artistas ‘modernos’, los más radicales, nacen y se educan en el marxismo, en el anti-fascismo militante, y combaten en sus obras el arte postromántico que estaba naciendo y que era la continuación lógica hacia un Nuevo Arte en una evolución positiva. El Nuevo Arte llevaba valores basados en una expresividad de carácter, un apoyo a lo popular y campesino, el postwagnerianismo en la música. En todas las artes empezó a nacer ese Nuevo Arte, con variaciones notables, como el futurismo italiano. En España casi todos los artistas de los años 20 y 30 podrían ser perfectamente asimilados en un estilo artístico postromántico naciente, tanto a la izquierda como a la derecha. Garcia Lorca tiene un Teatro magnífico y absolutamente adecuado a esta idea, Juan Ramón Jimenez o Machado y su poesía es perfectamente ‘clásica’ en su modernidad. Y ambos son las estrellas de la izquierda. Y hay toda la generación de Pio Baroja, Unamuno, Pemán, Segarra, Carner, Juan de Avalos o Granados, cientos de artistas de todas las materias, todos…. trabajando por una evolución artística popular y elitista a la vez.
Pero todo este mundo se acaba en los años 50. Llega la horda de los bárbaros e impone algo inesperado, un arte de locura. Los nuevos ‘artistas’ ¿de donde han salido?. Muchos ya existían en los años 30, pero eran absolutamente desconocidos a nivel popular, formaban parte de una nube de progresistas, la mayoría comunistas y marxistas heterodoxos, radicales entonces, que eran apoyados por una minoría de millonarios de izquierda.
Hace poco Juan Manuel Bonet, recién nombrado director del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) ha efectuado unas declaraciones sorprendentes en La Vanguardia 1 Sep 95, para los que estamos acostumbrados a la dictadura de las mamarrachadas:
» El IVAM, como otros muchos museos de sus características, peca de una visión ortodoxamente moderna, ortodoxamente vanguardista, que ha ido en detrimento de otras líneas más solitarias o voces marginadas de las corrientes dominantes: me refiero ,sobretodo, a la tradición figurativa del siglo XX».
» Hay una especie de tiranía en las escuelas de Bellas Artes, que favorecen las tendencias que proclaman el fin del fenómeno pictórico y destacan sólo lo que se refiere a los nuevos medios…. Creo que hay cierto cansancio entre espectadores y críticos por estas expresiones».
» Muchos hacen reediciones de lo que ya se hizo en 1960 sin aportar nada».
Bueno, desde luego Bonet no es un crítico de la Vanguardia, simplemente destaca la dictadura abstracta y ultra neurótica moderna, y denuncia el arrinconamiento de muchos otros artistas. Cuando la »novedad’ y el ‘escándalo’ es el único valor del arte actual, es lógico que una vez vistas mil estupideces novedosas ya no interesen las mil siguientes… es el cansancio de lo absurdo y estúpido.
Esto es lo que nosotros denunciamos del arte de la segunda mitad del siglo XX: es un producto del marketing ideológico del Sistema, de la mentalidad economicista y anti idealista, del materialismo y el dinero.
EL REALISMO LENINISTA
Curiosamente todo ese mundo no gozaba de la más mínima atención en la URSS, de donde fueron eliminados en aras del ‘realismo soviético’ o sea de aplicar el concepto marxista de arte como medio de lucha. El Arte soviético es coherente con el leninismo: todo es un arma de lucha. Pero para combatir y ayudar a implantar las ideas y sentimientos comunistas era preciso que el arte llegase al pueblo, por tanto se impuso un arte realista, que fuera ‘entendido’ por las masas, pero con una enorme carga ideológica que lo convierte más en propaganda que en Arte. La diferencia está en que el objeto del Arte es expresar sentimientos, no ideas. Por eso el realismo soviético es más propaganda que arte.
Brecker, prototipo de artista Nacionalsocialista, no lo es por esculpir figuras de nazis, de Hitler ni de esvásticas en absoluto, pues casi no lo hizo. Su obra es artística totalmente, trata el cuerpo humano, la fuerza, el dolor o el carácter, sin politizarlo, pero expresando aquel sentimiento de dinamismo y orgullo, de belleza con fuerza, por el que se le llama ‘nazi’. En cambio en la URSS los escultores buscaban la ‘idea’ que debía agradar al Partido, pero que a la vez debía entenderse por el pueblo. Un arte-propaganda, realista para poder ser precisamente propaganda.
Mao decía que el arte revolucionario debía basarse en la vida de los revolucionarios, dandola a conocer. «La literatura y el arte están subordinados a la política y así mismo ejercen una gran fuerza sobre ella» (Mao, ‘Sobre la Literatura y el Arte en Yenan»). Esto es espantoso… el arte subordinado a la política… para nosotros es justamente lo contrario: La política está al servicio de lograr un arte popular y digno.
Muchos han intentado igualar ese arte-propaganda con el del nacionalsocialismo, en un absoluto desconocimiento de las cosas. Durante el NS el arte fue absolutamente independiente del Estado, no se pretendió llenar de cuadros de Hitler o esculturas de líderes y símbolos NS, los artistas (otra cosa son los propagandistas) de Alemania trataban básicamente temas del campesinado y la Naturaleza, no temas políticos. Basta ver los libros que hay sobre Arte NS y puede verse esta realidad.
Ahora bien, si es cierto que en la propaganda, o sea en el grafismo de propaganda, hubo cierta similitud. Lo que pasa es que el arte soviético se quedó en el estado de propaganda, mientras en el NS el arte se desarrollo de forma independiente, únicamente orientado por la cosmología del ambiente.
EL GRAN PUDRIDERO
¿Que pasa en los años 50?. Es increible que toda la brillante escuela artística postromántica, que fue numerosa y superpopular, cae en el olvido y parece que fuera de hace mil años.
En los años 50 y 60 se empieza a implantar a nivel popular en Europa la nueva mentalidad y los nuevos valores demoliberales, que hasta entonces eran sólo ‘ideas’, pero no reflejadas en la gente.
La vida popular se va eliminando, las grandes ciudades centran la nueva mentalidad, un estilo mercantilista y materialista invade todo, el progresismo marxista se va haciendo liberal a marchas forzadas, ya no lucha contra el dinero sino contra la mentalidad conservadora, o sea el marxismo occidental y el liberalismo se unen en una mezcolanza llamada ‘Progresismo’, donde están igual el Gran Capital como los rebeldes juveniles, y forman la Nueva Mentalidad. El Arte moderno es la transmisión de esa nueva mentalidad, nada más.
Esa nueva mentalidad se basa en el materialismo más completo, en la economización del mundo, y en los valores liberales, igualitarios e individualistas. Así pues si la sociedad poco a poco (en los años 70 ya es muy profunda esta mentalidad en las masas ciudadanas) va asumiendo la cosmología del placer, el dinero, la falta de ideales, el individualismo radical y absoluto, la felicidad como ‘vivir en el placer’, no es de extrañar que el Arte sigue esos pasos.
El arte moderno es en los años 60 un arte de combate contra el arte clásico. Se trata de lograr destruir la idea de arte como expresión de sensibilidad. El arte postromántico, Pemán o Lorca es igual, es una barrera contra el materialismo. Por ello en modo alguno el arte de los 60 es una continuación de los artistas de ‘izquierda’ de los años 30, sino que se basa en los ‘radicales locos’, los iconoclastas destructores de todo. Esos ‘rebeldes’ se usan como cascanueces, rompen la concepción popular del arte, borran del mapa todo intento de arte nuevo inteligible por la gente, y crean la base del arte-basura de los 70 a los 90. Es evidente que el apoyo de las fuerzas del Dinero, Museos, Gobiernos , sionistas y Museos fue vital, pero hay que entender que el origen del problema no está en la imposición del arte moderno, sino de la mentalidad y forma de vida moderna. El arte moderno es meramente un producto de esa vida, de esa mentalidad.
Las Catedrales de los años 70 son los bancos y las centrales gubernamentales o de las grandes empresas. ¿Que tipo de arquitectura, que tipo de pintura se puede hacer para estos nuevos magnates y mecenas?. No pretendamos imaginar un cuadro de Sorolla en un despacho de aluminio y vidrio de un gran Banco. La gente que allí trabaja son especuladores, fanáticos del dinero y la vida materialista, gente sin ideales románticos ni vida popular, no se ven identificados en los paisajes populares ni en las verdes praderas… las rayas, los colores decorativos, los temas sombrios de las noches de placer, sueños oníricos de la droga o la comodidad de los despachos asépticos, ese es su mundo y su arte. Nada que les recuerde fuerza o carácter, entrega o sacrificio, campo y vida plácida, les puede interesar. No quieren ‘pensar’ sino disfrutar, buscan SENSACIONES, placer, no SENSIBILIDAD. Necesitan un Arte decorativo y primitivo, alejado del campo y los temas populares. Un arte con sexo, placer y asepticismo ideológico… no quieren sentimientos sino placer.
Ante todo, hay que ver que existen dos grandes facetas del arte moderno:
Aquellas manifestaciones que van al pueblo, o sea, que están hechas para llegar y agradar al pueblo, e introducir en el pueblo la sensibilidad de la nueva época. Son artes que exigen llegar al pueblo por tener una fuerte componente comercial, o sea de necesidad de venta masiva. El cine o la música-disco por ejemplo.
Las manifestaciones que son producto de una élite del Sistema, que en modo alguno llegan al pueblo ni les interesa, y que son un simple laboratorio para las neurosis del sistema. Es el llamado ‘arte moderno serio’, donde la esterilidad va unida a la estupidez más completa.
La música ‘popular’ moderna es una música con un objetivo claro: hacer bailar y excitar a la gente. Se paga a los músicos para entretener a una juventud en una habitación cerrada nocturna, donde lo que se busca es ‘ligar’, excitarse y bailar. Para ello la música rítmica, de claro origen negroide, sexual y primitiva, es sin duda la más adecuada para transmitir ese tipo de sensibilidad. No importa nada la ‘letra’ que acompaña a esa música, no se buscan mensajes sino ritmo, estamos en el mundo de las ‘sensaciones’ ,no de la sensibilidad. Por eso las letras de la música moderna son absolutamente despreciable.
Todo lo radical es absorbido por el Sistema. La música de los, en su día ‘rebeldes’, Rolling Stones, se usa ahora en desfiles de modas de las Top Model del ‘Hola’!, y Microsoft la ha contratado para presentar su Windows 95. No era rebeldía contra el Sistema ,era ruptura con el arte sensible. Miró y sus estrellas son el símbolo de la Banca, los premios oficiales del Sistema van a Tapies y otros construye-basuras, los burgueses bien, con casas de aluminio relucientes, adornan sus despachos con manchas y rayas de colores que ni entienden ni tienen nada que entender,… el arte moderno es un transmisor de sensaciones visuales para acomodados no-pensantes.
El cine ,como la música-disco, es arte y negocio, necesita masas y ser entendido para sobrevivir económicamente. El cine de arte-y-ensayo ha dejado de existir por falta absoluta de público, ante las extravagancias que mostraba. El cine ‘comercial’ es sin duda el arte de esta era. Por supuesto su mensaje es el del sistema, pero sus formas son populares, se basan en las necesidades y deseos de la gente. Las películas actuales son una basura en las ideas pero sin duda son brillantes en su composición y formas. Son una ‘bella’ manera de transmitir sentimientos materialistas y decadentes. Debe ser agradable porque van dirigidas a la masa, el sistema comprendió hace tiempo que si las ideas ‘modernas’ sólo estuvieran en el cine de arte y ensayo no lograría nunca llegar a la gente.
La arquitectura es una arte ligado a lo económico, y como tal su disposición moderna ha sido la de enormes cajas baratas para uso económico. La arquitectura moderna son enormes cajas de cristal, o bien áreas de estructura lineal, frías y mercantiles. Incluso un centro cultural como el ‘Pompidou’ en París se parece más a una fábrica que a una obra de arte. No hay espíritu sino el mercantilismo en las construcciones modernas. No hay catedrales ni palacios, hay industrias. Y las casas de los particulares con gusto son construidas segun patrones clásicos sin dejar intervenir demasiado a las locuras frías del ‘arte moderno’, aunque poco a poco una clase de ejecutivos se enamoran del llamado ‘ambiente de diseño’, que es la prespectiva de un ambiente ‘profesional’ llevado al hogar, donde la funcionalidad y las lineas sustituyen al ambiente familiar, y la decoración se basa en la pintura sensacionalista actual (colores y formas frente a sensibilidad).
Fuera de las artes de masas, artes ligadas a una actividad comercial (cine o ‘dancings’), el resto, las artes puras, allí es donde el mensaje es simplemente la destrucción del buen gusto y la conversión de la Sensibilidad en Sensaciones, o sea la sustitución de arte por placer o decoración, cuando no una mera basura destinada a eliminar el buen gusto y favorecer la idea del ‘todo vale’.
Es evidente que una cosmología sionista, impuesta por la fuerza de la propaganda y el dinero, debía crear un arte adecuado a esa mentalidad.
Discurso del Führer en la inauguración de la
Primera Gran Exposición del Arte Alemán.
(“Voelkischer Beobachter” , 19-7-1937)
Este texto es tan actual que no parece escrito el 1937 sino en 1999, es una exposición brillante y absolutamente asumida por los nacionalsocialistas actuales de la visión del Arte y de la corrupción que sufre en nuestros días. Es un monumento que demuestra al verdadero Adolf Hitler, el hombre sensible y amante del Arte.

“Cuando hace cuatro años celebrábamos la solemne colocación de la primera piedra de este edificio , todos estábamos persuadidos de que no sólo se había puesto la piedra de una nueva sede, sino que acababa de ser fundamentado el presupuesto de un nuevo y auténtico arte alemán . Se hacía necesario realizar un giro en el desarrollo de toda la producción cultural alemana. Difícil había sido para muchos renunciar al nombre de “Palacio de Cristal de Munich”, así como descubrir un nuevo nombre para el nuevo edificio. Sin embargo, nosotros consideramos lícito bautizar la Casa que debía acoger en sus aulas la continuación de aquella que era la más famosa exposición del arte alemán, no con el nombre de “Nuevo Palacio de Cristal”, sino con el de “Casa del Arte Alemán”. Efectivamente, era necesario demostrar, incluso de esta manera, que un arte alemán existía todavía.
El hundimiento y la disolución general de Alemania no le afectaron sólo en el plano económico y político, sino también -y quizá en medida superior- en el plano cultural. Este proceso, además , no era posible interpretarlo únicamente a la luz de la derrota bélica. Catástrofes del mismo género han golpeado a menudo a pueblos y estados y , precisamente, han representado el estímulo para una purificación y una elevación interior. Aquel torrente de fango y de inmundicia que 1.918 había vomitado en la superficie de nuestra existencia no había salido de la derrota de la guerra: solamente había sido liberado por ella. Un organismo ya descompuesto en sus fibras más íntimas sólo mediante la derrota sentía toda la extensión de una descomposición interna. Desde entonces, tras el colapso de las anteriores formas sociales, estatales y culturales que todavía componían un orden aparente, se iniciaba el triunfo de aquella vulgaridad desde tanto tiempo emboscada en el fondo de todos los sectores de nuestra vida .
Naturalmente, la disolución económica fue la más sentida, ya que sólamente ella podía ser constatada por la gran masa en su impresionante incidencia. La disolución política, fue por el contrario , simplemente negada o, al menos, no fue reconocida, mientras que la disolución cultural no fue ni constatada ni comprendida por una gran mayoría de nuestro pueblo .
Es interesante advertir cómo el triunfo de los slogans y de las frases hechas se inició propiamente en este periodo de colapso general y de disolución. Pero con el paso del tiempo resultaba bastante difícil combatir a través del cáncer de pálidas teorías contra el colapso económico general. En efecto, se dio un discurrir interminable de modernas conquistas de contenido socialista o comunista, de teorías económicas liberalistas, de las eternas leyes a las cuales vienen subordinadas las realidades o los límites de la economía nacional ni, sobre todo, la pobreza provocada por la desocupación de millones de individuos; ni sus efectos eran tales para persuadir de lo contrario al que se sentía atracado. Se reveló, por consiguiente, bastante más arduo ocultar mediante slogans o frases vacías el desastre económico de la nación como si había sido posible hacerlo en lo tocante al desastre político.
Los de la República de noviembre (1) estuvieron en condición – por lo menos en un cierto periodo tras su constitución, mediante la difusión de slogans democráticos y marxistas y también mediante continuos llamamientos a los diversos artífices de la solidaridad internacional, al trabajo de organismos internacionales, etc.- de obscurecer la inteligencia del pueblo alemán en lo referente a un colapso o una disolución política jamás verificados hasta entonces, o por lo menos de impedir que aquel midiese toda la extensión de este desastre .
Pero con el tiempo la frase hecha del peso de la coyuntura fue abatido – por otra parte, sólo en virtud de la clarificación nacionalsocialista. Cada vez eran más numerosos los hombres favorables a admitir que la progresiva desmembración, en términos de idea del mundo y del Estado, suscitada por el marxismo demoparlamentario estaba destinada a conseguir una progresiva disolución del sentimiento unitario del pueblo y, por ello, de la comunidad nacional, y como efecto, la parálisis de la fuerza vital – interior y exterior – de nuestro pueblo. Y tal debilitamiento del órgano nacional alemán provocó en el plano internacional aquella iniquidad que alcanzó su expresión en política externa, con el rechazo a conocer a Alemania sus derechos. Tan sólo a la confianza en la falta de memoria de los hombres se debe el hecho de que hoy se intente tan a menudo, por parte de políticos o de diplomáticos extranjeros , suscitar la impresión de ser favorables a regalar ,o cuanto menos a garantizar, a una Alemania democrática – lo cual significa una Alemania gobernada a la manera democrático-marxista-parlamentaria – Dios sabe qué intereses vitales en este mundo .Pero, propiamente, tal forma de gobierno democrático-parlamentario, tomada e imitada del exterior, no consiguió impedir, hace unos años, el pisotear , exprimir y desangrar a la Alemania de entonces hasta los límites en los cuales le quedaba a nuestro pueblo poca cosa que exprimir. No: a pesar de que nuestros enemigos interiores y exteriores procuraron, por razones más bien evidentes, ocultar la debilidad alemana mediante un velo formal de frases demagógicas, en el plano internacional, la dureza de las condiciones reales empujó al pueblo alemán a educarse y a abrir los ojos sobre la vastedad de la ruina y de la disolución que – con el favor de sus ideólogos de la Sociedad de Naciones dirigidos por el mundo oriental – había sufrido.
Mayor éxito tuvo sin embargo, y sobre todo resultó más constante, la confusión de ideas sobre la esencia de la cultura, en general , y de la vida y de la destrucción cultural alemana en particular – provocada mediante slogans y frases vacías de sentido.
Es necesario decir que:
1) La esfera de aquéllos que se interesaban con conocimiento de cuestiones culturales no es, ciertamente, tan vasta como aquélla de los que debían interesarse de cuestiones económicas.
2) En esta esfera una parte del judaismo (***) había tomado posesión – más que en cualquier otra – de aquellos instrumentos e instituciones que crean y a la postre mueven la opinión pública. Esa parte del judaísmo (***), haciendo palanca de modo particular con su posición en la prensa, procuraba no sólo desconcertar progresivamente, con la ayuda de la denominada crítica de arte , las opiniones naturales acerca de la esencia, los deberes y el fin del arte , sino cortar la sensibilidad general que permanecía todavía sana en este sector. La inteligencia natural y el instinto humano fueron sustituidos por determinados slogans que, mediante su continua repetición, dejaron inseguros o cuando menos temerosos a gran parte de aquellos que se interesaban por cuestiones artísticas o debían juzgar acerca de sus objetivos, de forma que éstos no tuvieron el coraje combatir leal y claramente el continuo flujo de sofismas. Manipulando consideraciones de carácter general – como por ejemplo aquella según la cual el arte es internacional -, hasta el análisis de la creación artística en alguna de sus manifestaciones sustancialmente faltas de significado, se desarrollaba continuamente la tentativa de turbar la recta orientación y el sano instinto humano. Mientras por una parte se hacía pasar el arte por experiencia colectiva internacional , y por tanto todo reconocimiento de su ligazón con el pueblo venía negado , por otra parte se le vinculaba siempre más a la época – es decir: no existía un arte del pueblo , o mejor de una raza, sino tan sólo de vez en cuando un arte de la época.
Según esta concepción los griegos no crearon el arte griego, sino que es una determinada época la que la suscitó como propia manifestación. Lo mismo vale obviamente para el arte romano, que únicamente por casualidad viene a coincidir con el gran desarrollo del Imperio Romano. De modo análogo los sucesivos estadios artísticos de la humanidad no fueron obra de árabes, germanos, italianos, franceses, etc , sino , una vez más, fenómenos propios de la época. Tampoco en el día de hoy existe, por tanto, un arte alemán o francés, o japonés o chino: existe sólo un arte moderno. Por consiguiente , el arte en cuanto tal no sólo resulta absolutamente desarraigado de toda fuente de procedencia nacional, sino que se revela como la expresión de un determinado tiempo que hoy viene definido con la palabra “moderno”, “a la moda”, por lo que mañana resultará, obviamente, “no moderno” y como tal “fuera de moda” .
Por tanto , mediante una concepción de este género , el arte y la actividad artística resultan en sus fines equiparables al artesano de nuestras modernas sastrerías y de los talleres de moda .
Y esto siguiendo precisamente el lema: cada año una cosa diferente . Primero impresionismo; futurismo, cubismo, quizá también dadaísmo, etc, Resulta claro, entonces, como también para las tendencias más locas se han encontrado miles de expresiones para denominarlas. Si bajo un cierto aspecto no fuese tan envilecedor, podría resultar casi divertido ponerse a contar los slogans y las frases huecas con las que los sedicentes “estudiosos de arte” han descrito y explicado en los últimos años sus miserables productos.
Pero no menos envilecedor se reveló al constatar como, mediante estos slogans y estas idioteces , no solamente se indujo progresivamente una general sensación de incertidumbre en el juicio sobre la producción o sobre los empeños artísticos , sino como todo esto contribuyó a suscitar y a extender esa vileza y ese temor que obligaron a hombres cualificados a no contradecir este bolchevismo de la cultura, o a no oponerse a los innobles propagandistas de esta degeneración carente de contenido cultural. Ya he indicado la circunstancia de que la prensa se puso al servicio de la propaganda de este pestilente contagio de nuestra sana sensibilidad cultural y artística. Pero el hecho de mayor relieve fue que aquella cprrompió progresivamente y hasta tal punto la sensibilidad de los propios lectores, que estos, sea por incertidumbre, pero sea también por vileza, no tuvieron la audacia de oponerse a esta forma de corrupción artística. Sólo entonces los astutos mercaderes de arte (****) consiguieron ofrecer – y sobre todo valorizar – , de un día para otro, excelsos garabatos como producciones de su nuevo , y por consiguiente “moderno” arte, mientras obras de gran valor eran prontamente descartadas y sus autores silenciados como extraños a la “modernidad”.
Es, en efecto, sobre este vocablo “moderno” sobre el que se basa la liquidación de todo aquello que no concuerda con tales aberraciones. Y así como desgraciadamente los vestidos no son hoy valorados en referencia a su belleza , sino a su modernidad – y por consiguiente no refiriéndose al específico valor de belleza que ellos expresan – igualmente los viejos maestros son rechazados, desde el momento en que ya no es moderno, a la moda, llevarlos ni adquirirlos. Es obvio que el artista realmente grande se rebelará contra una concepción de este género. Pero ¿cuántos artista grandes y auténticos han aparecido en cada época?. Los grandes genios que el pasado nos ha transmitido resultaron también en su época los únicos elegidos entre los innumerables llamados. Todavía estos pocos , haciendo apelación a su valía , aún se habrían opuesto – como hacen también hoy – a los conceptos de “moderno” y “no moderno”. De hecho, el arte auténtico es y permanece siempre en sus creaciones como un arte eterno, por tanto, sin someterse a la ley de la valoración estacional de las producciones de sastrería. Recibe reconocimiento en cuanto inmortal expresión que nace de la naturaleza íntima de un pueblo. Pero es evidente y comprensible que, comparados con esos gigantes, que deben ser considerados los verdaderos creadores y portadores de una superior cultura humana, los espíritus inferiores respiran con alivio cuando se les sustrae del peso opresivo de semejantes titanes y se reconoce en sus obras al menos la momentánea importancia que el mundo contemporáneo concede fácilmente.
El espíritu no está destinado por sus propias creaciones a la eternidad no admite de buen grado la eternidad . Por el contrario procura obscurecer en lo máximo posible a los gigantes contemporáneos que desde el pasado se proyectan en el futuro, para tener el modo de ser descubierto – también en los límites de una débil luz – por la búsqueda de los contemporáneos . Este mezquino garabateador, en el mejor de los casos , representa tan sólo una experiencia momentánea. ¡ Ayer inexistente , hoy a la moda , pasado mañana ya olvidada!. Y fueron precisamente estos ínfimos productores artísticos los que saludaron con alegría la invención (***) de la relación del arte con la época . Efectivamente, sus producciones, si – por falta de cualquier tipo de vocación – no tenían ninguna posibilidad de convertirse en manifestaciones eternas, tenían sin embargo la posibilidad de permanecer al menos como fenómeno contemporáneo .
Nada más natural, por tanto , que precisamente esta ralea de pequeños fabricantes de arte contemporáneo , procurase por todos los medios posibles de:
1) Liquidar la fe en el vínculo con el Pueblo y la Nación y por tanto en la eternidad de una obra de arte.
2) Evitar a la propia obra artística la confrontación con las creaciones del pasado, y estar por tanto en condición de imponer su derecho a la existencia al menos en el mundo contemporáneo .
Además la revolución de noviembre hizo lo posible para que, siempre en la dirección de la auspiciada disolución, estás ínfimas libélulas del arte pudieran ingresar en las academias y en las galerías, así como que las nuevas promociones resultaran de la misma – o sea ínfima – estatura. En efecto , estos espíritus son tan pequeños cuanto mayor es su rencor, no sólo respecto a las creaciones de los grandes del pasado, sino también respecto a toda personalidad de elevada estatura que se proyectara en el futuro. Y son precisamente estos enanos del arte, que exigen tolerancia en la valoración de su producción, los que ejercitan la propia intolerancia en la valoración de las creaciones de los otros – y no sólo las de los artistas del pasado, sino también en la de artistas contemporáneos . Igual que ocurrió en la política, se formalizó una conjura: del insuficiente y del mediocre en relación con el mejor pasado y el mejor presente -temido- o del mejor futuro – sólo hipotecado – .
Cuán poco de positivo demostraron estar en grado de hacer semejantes individuos que maltrataron el arte que, precisamente por esto , elaboraron su léxico de slogans y de frases faltas de significado. ¡Ciertamente se mostraron competentes en este campo! No hay obra de arte que carezca de una interpretación (específicamente impresa) de su significado, el cual de otro modo hubiera quedado incomprensible. A favor de estos universales fanfarrones del artes interviene una vez más la poltronería de nuestra denominada burguesía acomodada, y en no menor medida, la falta de seguridad de aquellos que , enriquecidos fácil y rápidamente , se encontraban tan poco cultivados como para en general encontrase en situación de valorar las obras de arte y cultivados como para en general encontrarse en situación de valorar las obras de arte y que precisamente por ello, vivían en el temor de cometer despropósitos y por tanto de quedar sorprendidos de improviso por su falta de cultura. Esta ralea de productores y mercaderes de arte no encontró nada menor que hacer los unos el juego de los otros y marcar desde el primer momento a todos los que descubrían el juego o que no querían tomar parte en él como “pequeños burgueses incultos” . Pues este era el modo más seguro, por lo que se refiere al parvenu , para abatir aquel sentimiento de oposición que instintivamente aún estaba latente , ya que desde el principio se subrayaba , en primer lugar , que la obra de arte en cuestión era de difícil comprensión; en segundo lugar que precisamente por eso su precio era bastante elevado . Ninguno de estos pervenus interpretadores de arte quería, por razones fáciles de intuir, que se le dijera claramente que él no disponía de ninguna sensibilidad artística , ni así mismo del dinero para comprar una obra. Sí , podemos casi afirmar que por otra parte de este tipo de compradores lo elevado del precio demandado se convertía a menudo en la mejor garantía de la bondad del producto . Y por tanto más fácilmente se conseguía que el comprador sacara el dinero perdido si a la alabanza de tal idiotez venían unidas frases incomprensibles, desde el momento en que éste tenía siempre la secreta esperanza de que aquello que él mismo no comprendía, no podía , desde luego, ser comprendido por el vecino, por lo que quedaba para siempre la satisfacción de estar en evidente ventaja respecto al querido competidor económico también desde el punto de vista de la comprensión del arte moderno. De todas formas él no podía suscitar de esta manera la sospecha de ignorar una cosa.
Y a veces ocurre lo contrario: desde el momento en que la cosa es por sí misma incomprensible , ¡ que notable personalidad muestra con esa actitud de reingresar entre aquellos que con su inteligencia saben resolver asimismo tan difíciles cuestiones!. Sí, pronto nuestros corruptores (****) comprendieron demasiado bien a sus estúpidos burgueses, ¡ y los modernos críticos de arte que les flanquean comprendieron igualmente y con bastante rapidez lo que sucedía! .
Querría por tanto realizar hoy en este lugar la siguiente precisión:
Hasta la ascensión del poder del Nacionalsocialismo existían en Alemania un arte considerado “moderno” o , más bien , como propiamente revela la esencia de este término, un arte diferente cada año. Pero la Alemania nacionalsocialista exige un arte nuevamente “alemán”, y ese debe ser y será, como todos los valores creativos de un pueblo, un arte eterno. Si en vez de eso se revelase falto de tal valor eterno para nuestro pueblo, ya hoy mismo resultaría carente de un valor superior.
Cuando se puso la primera piedra de esta Casa, se inició la edificación de un templo no del llamado arte moderno, sino de un auténtico y eterno arte alemán. O mejor aún: se edificaba una sede para el arte del pueblo alemán – y no para un cierto arte internacional de 1937 , 1940 , 1950 o 1960 .
En efecto, el arte no encuentra su fundamento en el tiempo, sino únicamente en los pueblos.
Por consiguiente el artista no debe elevar un monumento a su tiempo , sin a su pueblo, ya que el tiempo es cosa mutable, y los años sobrevienen y transcurren. Aquél que viviera sólo en virtud de una determinada época debería venir a menos con ella. Tal carácter de caducidad debería golpear no sólo a aquel que ha nacido antes que a nosotros, sino también a aquél que hoy nace ante nuestros ojos o que sólo en el futuro alcanzará su expresión .
En cambio, nosotros, los nacionalsocialistas , conocemos solo una caducidad: la caducidad del pueblo mismo. Sus causas han sido apuntadas. Pero cuando un pueblo existe, él permanece como polo fijo en medio del devenir de los fenómenos. ¡Él es aquello que es y que permanece!. El arte, por consiguiente, en cuanto expresión de la esencia de tal realidad, constituye un monumento eterno, que igualmente es y permanece, y no forma por tanto un parámetro de ayer o de hoy, de modernidad o de no modernidad, sino que forma sólo un parámetro de aquello que resulta “falto de valor” o “válido” – o , lo que es lo mismo, “eterno”, “transitorio” . Y esta eternidad es inherente a la vida de los pueblos, en cuanto que éstos permanecen eternos , o sea existen.
Por tanto, cuando yo hablo de arte alemán – al cual esta Casa está destinada – percibo el parámetro de su valor en el pueblo alemán, en su naturaleza y vida, en su sentimiento, en su modo de distinguir , y percibo su desarrollo a través del desarrollo del pueblo alemán .
Está pues instalado en los límites de existencia de este pueblo también el parámetro del valor o del contravalor de nuestra vida cultural y por consiguiente de nuestra producción artística.
Por la historia de nuestro pueblo sabemos que éste se constituyó por un cierto número de razas más o menos distintas, que bajo la influencia formadora de un núcleo racial dominante han suscitado el curso de los siglos este compuesto que nosotros tenemos ante nuestros ojos ahora mismo como nuestro pueblo .
Esta fuerza que un tiempo formó el pueblo, que después actúo en todo momento, resulta inherente a la misma humanidad aria que nosotros reconocemos no sólo como depositaria de nuestra cultura específica, sino también de las antiguas culturas que nos precedieron .
Es tal fórmula de composición de nuestro carácter nacional la que fija la multiformidad de nuestro típico desarrollo cultural, así como el natural parentesco que se deriva con los pueblos y con las culturas de los núcleos raciales afines que forman parte de la familia de los pueblos europeos .
Nosotros, por otra parte, que reconocemos en el pueblo alemán el resultado final de este desarrollo histórico gradual, auspiciamos un arte que se adhiera siempre muy íntimamente al proceso de unificación de esta cohesión racial y revele pues una orientación orgánica y homogenea .
A menudo se ha planteado la cuestión de lo que significa específicamente “ser alemán” . A mi me parece que la más cualificada – entre todas las definiciones que en el curso de los milenios y por parte de muchos hombres se han dado sobre este asunto – es aquella que no intenta en absoluto establecer en primer plano una afirmación , si no que intenta más bien fijar una norma. La norma más hermosa que yo puedo escoger para significar a mi pueblo su tarea vital ya fue fijada un día por un gran alemán ¡ser alemán , significa ser claro! . En este caso ser alemán, significa , lógicamente y sobre todo, ser veraz .
Una norma grandiosa, que exige la adhesión y por tanto la realización por parte de cada uno. A la sazón nosotros deducimos de esta norma un parámetro generalmente válido para establecer la justa -porque ella corresponde a la ley vital de nuestro pueblo – esencia de nuestro arte.
Siempre ha permanecido viva en nuestro pueblo la íntima aspiración a un auténtico arte alemán, en el cual han sido naturales los rasgos de esta norma de la claridad. Ella ha permeado a nuestros grandes pintores, a nuestros escultores, a aquellos que dieron forma a nuestra arquitectura, a nuestros grandes poetas y pensadores, y sobre todo, a nuestro músicos. En aquel infausto 6 de junio de 1931 , cuando el viejo Glaspalat pereció entre el fuego y las llamas, desaparecía con él el inmortal tesoro de aquel auténtico arte alemán. Románticos se llamaban, y ellos representaban los mejores exponentes de este estilo alemán de descubrir la forma auténtica y concreta de nuestro pueblo y la cualificada y clara expresión de esta ley vital percibida interiormente.
No eran únicamente los temas elegidos para ser representados los que se mostraban decisivos, por su idoneidad en expresar la naturaleza alemana, sino que sucedía lo mismo por la forma clara y sobria en la cual se expresaban tales impresiones.
No es casual, por tanto, que precisamente estos maestros fueran los más cercanos a la parte más alemana, y por tanto más neutral, de nuestro pueblo .
Estos maestros eran y permanecen todavía hoy inmortales, pues aunque muchas de sus creaciones no subsistan ya en el original, sobreviven reproducidas egregiamente en copias o en reproducciones . Como era distinto el obrar de estos hombres del penoso producir para el mercado de muchos de nuestros modernos sedicientes “creadores de arte” o de sus antinaturales garabatos y pegotes, que han encontrado el modo de ser nutridos , sostenidos y consentidos sólo en virtud de una actividad literaria igualmente carente de carácter y de pudor, pero que han permanecido de todos modos siempre íntimamente extraños al pueblo alemán en su sano instinto – es más a este le parecían una cosa monstruosa.
Esta fuerza que un tiempo formó el pueblo, que después actuó en todo momento, resulta inherente a la misma humanidad aria que nosotros reconocemos no sólo como depositaria de nuestra cultura específica, sino también de las antiguas culturas que nos precedieron.
Es tal fórmula de composición de nuestro carácter nacional la que fija la multiformidad de nuestro típico desarrollo cultural, así como el natural parentesco que se deriva con los pueblos y con las culturas de los núcleos raciales afines que forman parte de la familia de los pueblos europeos.
Nosotros , por otra parte , que reconocemos en el pueblo alemán el resultado final de este desarrollo histórico gradual, auspiciamos un arte que se adhiera siempre muy íntimamente al proceso de unificación de esta cohesión racial y revele pues una orientación orgánica y homogénea .
A menudo se ha planteado la cuestión de lo que significa específicamente “ser alemán” . A mí me parece que la más cualificada -entre todas la definiciones que en el curso de los milenios y por parte de muchos hombres se han dado sobre este asunto- es aquélla que no intenta en absoluto establecer en primer plano una afirmación , sino que intenta más bien fijar una norma . La norma más hermosa que yo puedo escoger para significar a mi pueblo su tarea vital ya fue fijada un día por un gran alemán: ¡ser alemán significa ser claro!. En este caso ser alemán significa , lógicamente y sobre todo , ser veraz.
Una norma grandiosa , que exige la adhesión y por tanto la realización por parte de cada uno. A la sazón nosotros deducimos de esta norma un parámetro generalmente válido para establecer la justa -porque ella corresponde a la ley vital de nuestro pueblo- esencia de nuestro arte.
Siempre ha permanecido viva en nuestro pueblo la íntima aspiración a un auténtico arte alemán , en el cual han sido naturales los rasgos de esta norma de la claridad . Ella ha empapado a nuestros grandes pintores , a nuestros escultores , a pensadores y sobre todo a nuestros músicos . En aquel infausto 6 de junio de 1931 , cuando el viejo Glaspalast pereció entre el fuego y las llamas , desaparecía con él el inmortal tesoro de aquel auténtico arte alemán . Románticos se llamaban, y ellos representaban los mejores exponentes de este estilo alemán de descubrir la forma auténtica y concreta de nuestro pueblo y la cualificada y clara expresión de esta ley vital percibida interiormente .
No eran únicamente los temas elegidos para ser representados los que se mostraban decisivos, por su idoneidad en expresar la naturaleza alemana, sino que sucedía lo mismo por la forma clara y sobria en la cual se expresaban tales impresiones.
No es casual, por tanto, que precisamente estos maestros fueran los más cercanos a la parte más alemana y por tanto más natural , de nuestro pueblo .
Estos maestros eran y permanecen todavía hoy inmortales, pues aunque muchas de sus creaciones no subsistan ya en el original, sobreviven reproducidas egregiamente en copias o en reproducciones. Como era distinto el obrar de estos hombres del penoso actuar de muchos de nuestros modernos sedicientes “creadores de arte” o de sus antinaturales garabatos y pegotes, que han encontrado el modo de ser nutridos , sostenidos y consentidos sólo en virtud de una actividad literaria igualmente carente de carácter y de pudor, pero que han permanecido de todos modos siempre íntimamente extraños al pueblo alemán en su sano instinto – es más a este le parecían una cosas monstruosa.
No pensaban en absoluto, nuestros Románticos alemanes de la época , en parecer viejos o modernos. Ellos sentían e intuían como alemanes , confiando consecuentemente en una duradera validez de su obra, duradera como la vida del pueblo alemán.
Qué tragedia , por tanto que sus obras se quemaran mientras que las obras de nuestros modernos fabricantes de arte , que han sido hechas pasar como obras ligadas a la época, se hayan conservado por demasiado tiempo. De todas formas, nosotros nos propusimos interesarnos también por ellas como documento de la más íntima disolución de nuestro pueblo y de su cultura. Con este propósito fue organizada la exposición del periodo de la disolución, que en estos mismos días inauguramos y proponemos a la atención de los camaradas alemanes. Para muchos representará una útil enseñanza. Durante los largos años en los que veníamos ideando y por tanto construyendo en la mente y prefigurando el nuevo Reich , a menudo fui llevado a considerar las exigencias que el renacimiento de la Nación nos iba a imponer en el orden específico de la restauración de su cultura. Alemania, de hecho, debía renacer no sólo en el plano político o económico , sino sobre todo en el cultural .Sí, yo estaba y estoy persuadido de que este último plano asumirá en el porvenir un relieve aún más incisivo que los otros dos. Siempre he combatido y rechazado la opinión de los reducidos cerebros que evitaban cualquier gran plan cultural , o cualquier gran plan arquitectónico de amplias alas solo por la razón de que , según ellos, a un pueblo inmerso en una situación de ruina política económica no se le podía imponer la carga de planes de ese género.
Tras nuestra ruina, yo , por el contrario , estaba animado por el convencimiento de que precisamente aquellos pueblos que en un determinado momento tropiezan y se encuentran pisoteados por todos sus vecinos, se impone el preciso deber de poner de relieve y de expresar, con mucha más radical decisión , contra sus opresores, sus valores.
Pues el más grandioso documento del superior derecho a la existencia de un pueblo está constituido por sus inmortales creaciones culturales. Estaba por tanto determinado – si el destino nos daba la fuerza – a no cuestionar tal cosa, sino a tomar decisiones también en este campo. De hecho no a todos les es permitido comprender exigencias tan elevadas. Carece de sentido discutir con mentes estrechas y mezquinas sobre cuestiones que éstas simplemente no comprenden porque superan con creces los límites de sus horizontes.
Pero todavía más equivocado hubiera sido dejarse desviar por aquellos que, siendo por principio enemigos de un renacimiento nacional, conocían la enorme importancia de la elevación cultural y precisamente por ello intentaban en cada momento desbaratarla e impedirla.
Entre los numerosos proyectos que afloraron a mi mente durante la guerra y la subsiguiente época de disgregación, yo tuve también aquél de realizar en Munich, la ciudad con la más rica tradición en exposiciones artísticas un nuevo y gran palacio para la exposición del arte alemán a causa del infeliz estado del viejo edificio.
También en el lugar que enseguida se eligió pensaba yo hace muchos años.
Pero cuando el viejo Glaspalast encontró de imprevisto un fin tan terrible, aparte del dolor por la insustituible pérdida de los valores más elevados de la cultura alemana, se encontraba, la amenaza de que un empeño que hace muchos años yo ya había confiado al nuevo Reich como empeño entre los más importantes, fuese ejecutado por los exponentes de la peor desfiguración artística existente en Alemania.
En 1931 la asunción del poder por parte del Nacionalsocialismo aparecía todavía como una perspectiva un tanto incierta y lejana , por lo que bien escasa era la posibilidad de reservar a este Tercer Reich la edificación del nuevo Palacio de Exposiciones.
Por algún tiempo, pareció que los “hombres de noviembre” tuvieron la intención de dotar a la exposición de arte alemán de Munich de un edificio que, si bien poco tenía que ver con el arte alemán, habría en cambio reflejado las condiciones y el espíritu bolchevique de aquellos tiempos. Tal vez alguno de vosotros se acuerda de los proyectos de la sede, prevista en el viejo Jardín Botánico , ahora tan espléndidamente arreglado.
Un objeto muy difícil de definir: ¡un edificio que excelentemente habría podido ser una hilandería sajona, o quizá el mercado cubierto de una ciudad de medianas dimensiones , o también una estación ferroviaria, pero en el fondo también una piscina! . No es necesario que os diga cómo sufría yo entonces con el pensamiento de que a una desgracia se hubiera unido la otra. Y cómo quedé verdaderamente contento, feliz más bien, por la temerosa falta de decisión por parte de mis adversarios políticos de la época. Quizá sólo en ella reposaba la esperanza de poder confiar todavía al Tercer Reich, como su primera obra grandiosa, la edificación de un palacio para las exposiciones de arte en Munich.
Todos vosotros comprenderéis porqué un dolor sincero e intenso me ocupa en estos días, por el pensamiento de que la Providencia no nos ha permitido vivir este día junto al hombre – uno de los más grandes arquitectos alemanes – que inmediatamente después de la forma del poder puso a punto los proyectos de esta obra. Cuando me presenté al profesor Ludwig Troost (2) , que ya había proyectado los edificios del Partido , con la demanda de construir un edificio de exposiciones en este lugar este hombre fuera de lo común ya había preparado una serie de bosquejos generales para un edificio de este tipo – sobre la base de las prescripciones de las leyes de entonces- situado en el área del viejo Jardín Botánico.
¡También estos proyectos revelaban su arte eminente!.
No obstante esto, él no comunicó de ninguna manera al jurado de entonces como proyecto para el concurso, convencido en efecto – como me dijo amargamente – de que habría resultado inútil presentar tales trabajos al juicio de una comisión en la que todo arte cualificado y eminente era considerado una monstruosidad , y para la cual la bolchevización -o sea la disgregación en el caos de toda nuestra vida alemana , incluida la vida cultural – se convertía en el objetivo más elevado y en el fin último. Así que la opinión pública no llegó a saber nada en torno a estos proyectos. Sólo después ha sido conocido el nuevo proyecto que ahora surge ante vosotros en estado de ejecución.
Y esta nueva idea arquitectónica – me lo debeis reconocer todos- representa una obra realmente artística y elevada. Constituye una entidad casi única y original , que no puede ser confrontada con ninguna otra-
No es ningún edificio respecto del cual se pueda afirmar que aquél es el modelo del cual este representaría la copia. Como todas las creaciones arquitectónicas realmente grandes, esta Casa se revela como única e inolvidable, y no sólo queda impresa en la memoria de cada uno por su originalidad , sino que con ella ha nacido un monumento: sí, bien puedo afirmarlo, un auténtico monumento para esta ciudad y para el arte alemán.
Esta obra magistral , además, es tan elevada en su belleza como funcional en sus aparejos y dispositivos, sin necesidad de elevar al séptimo cielo cualquier útil exigencia técnica. ¡Es un Templo del Arte , no una fábrica , no una central de calefacción , ni una estación ferroviaria , ni una central eléctrica!.
Pero al objetivo propuesto y a las condiciones requeridas son conformes no sólo este grandioso y único proyecto artístico , sino también el noble material adoptado y la rigurosa y responsable ejecución. Y precisamente la rigurosa ejecución distingue la gran escuela del maestro desaparecido, el cual quería que esta Casa resultase no un mercado cubierto de mercancías artísticas, sino un templo del arte. Y su sucesor, en profesor Gall , ha mantenido con fidelidad y llevado adelante genialmente en esa dirección la herencia de esta obra, aconsejado y asistido por una mujer que con justo orgullo porta no sólo el apellido , sino también el título de su esposo . Y es necesario añadir en tercer lugar al arquitecto Heiger. Lo que ellos han proyectado, los trabajadores y artesanos alemanes lo han ejecutado con su bien hacer y su arte .
De aquí ha salido una sede cualificada para ofrecer a las producciones artísticas más elevadas la ocasión de manifestarse al pueblo alemán. La edificación de esta Casa debería, por tanto, constituir un revulsivo: y debería representar el fin del modo caótico y desordenado de construir que hemos cargado sobre nuestras espaldas. Un primer y nuevo edificio que puede ser dignamente inserto en el conjunto de las inmortales creaciones que han dado vida a la historia del arte alemán.
Ahora comprendereis que no basta con proveer al arte alemán de una sede que expresa tanta dignidad, claridad y veracidad – por lo cual justamente hemos podido designarla con el nombre de Casa del Arte Alemán – , sino que es necesario lo que de ahora en adelante la muestra misma constituya un giro respecto al proceso de disolución artística, pictórica y plástica que hemos visto.
Si me atribuyo el derecho de expresar un juicio, de manifestar mis opiniones y de actuar consecuentemente, yo invoco un derecho que no proviene sólo de mi postura respecto al arte alemán , sino también , y sobre todo , de mi específica contribución a la restauración del arte alemán. De hecho solamente este Estado actual – que yo , junto con mis camaradas , hemos conseguido construir a través de una larga y áspera batalla contra oleadas de opositores – ha provisto también al arte alemán de grandiosos presupuestos para un nuevo y vigoroso florecimiento.
No han sido , en verdad , los pintores académicos bolcheviques o sus satélites literarios quienes han puesto los fundamentes para la existencia de un nuevo arte , o más simplemente garantizar la supervivencia del arte en Alemania – sino nosotros , nosotros que hemos hecho surgir este Estado y desde entonces proveemos el arte alemán de los potentes instrumentos de los que tiene necesidad para existir y desarrollar su propia actividad creadora. Y sobre todo nosotros , desde el momento en que hemos dado al arte nuevos y grandiosos objetivos.
Si en toda mi vida no hubiese hecho otra cosa que promover la realización de este edificio, habría ya hecho a favor del arte alemán más que todos los miserables escritos de nuestros periódicos judaizantes o que los pequeños pintores de brocha gorda que , previendo su propia caducidad , no encontraban otra razón idónea para apoyar las propias creaciones que la exaltación de su modernidad.
Pero estoy seguro de que , aun sin contar este nueva obra , el nuevo Reich Alemán hará surgir un florecimiento sin precedentes del arte alemán , porque nunca hasta ahora le habían sido propuestos a éste objetivos tan elevados , como hoy ocurre en este Reich y como sucederá en el futuro . Y nunca como en la Alemania nacionalsocialista el arte ha sido dotado de medios tan grandiosos.
Verdaderamente, si hoy hablo ante vosotros, hablo también como representante de este Reich, y así como estoy persuadido de la eternidad de este Reich – el cual no es otra cosa que el organismo viviente de nuestro pueblo – , estoy también persuadido de la eternidad del arte alemán , y por tanto de la necesidad de actuar en su favor . Por consiguiente el arte de este nuevo Reich no será valorado en referencia a criterios de viejo o de moderno , sino que deberá , como arte alemán , adquirir la propia inmortalidad ante nuestra historia . Porque el arte no es una moda . Igual que mudan poco la esencia y la sangre de nuestro pueblo , en la misma medida el arte debe abandonar el carácter de la caducidad , para resultar en cambio, en sus mejor creaciones, la expresión viva y digna del ritmo vital de nuestro pueblo. Nada tienen que ver con nuestro pueblo el cubismo , dadaísmo, futurismo , impresionismo , etc. Todas estas concepciones no son ni viejas ni modernas: no constituyen otra cosa que el falso balbucear de hombres a los que Dios ha negado la gracia de una auténtica capacidad artística, concediéndoles por el contrario la capacidad del chismorreo y el embrollo.
En este momento quiero declarar que es mi radical e inmutable intención desembarazar de ahora en adelante -así como con el desorden en el campo político – la vida artística alemana de las frases vacías.
“Obras de arte” que no logran ser comprendidas por si mismas , si no que exigen antes de nada sofisticadas instrucciones de uso – a fin de justificar la propia existencia- , con el objetivo de engañar a la persona timorata que supinamente acoge una vacuidad tan insulsa e impúdica , ¡no encontrarán más, de ahora en adelante, el camino del pueblo alemán!.
Todos estos slogans – “experiencia interior”, “sentimiento potente”, “voluntad robusta”, “percepción cargada de futuro”, “interioridad emblemática”, “cronología vivida”, “genuismo primitivismo”, etc.- todas estas expresiones estúpidas y artificiosas , estas frases hechas y estos charloteos vacuos no representarán ya ninguna justificación -ni, por añadido, una señal – para productos absolutamente desprovistos de valor y que llevan la marca de la impotencia.
Si alguno posee una voluntad robusta o una experiencia interior, puede expresarlo mediante sus obras y no mediante el parloteo-
A todos nosotros interesa mucho más la capacidad que la denominada voluntad.
Por tanto , el artista que tenga intención de exponer en el futuro en esta Casa o en Alemania , en general , bebe apostar sobre la propia capacidad .!La voluntad está descontada a priori!.
Sería el colmo , en efecto , si un hombre cargara a los propios connacionales con obras con las cuáles en el fondo él no quisiera expresar nada. Si estos charlatanes huecos intentan dar ahora a sus obras un estilo para expresar una nueva epóca, podemos desmentirles afirmando que no es el arte el que determina una nueva época, sino que es la vida general de los pueblos la que se manifiesta en términos nuevos y tiende por ello a nuevos módulos expresivos. Pero todo aquello que en Alemania, en los últimos decenios se refería a arte nuevo no ha sido comprendido en los nuevos tiempos alemanes . Los forjadores de los nuevos tiempos, en efecto , no están representados por los literatos, sino por los combatientes: son aquellos que forman y guían al pueblo y que por ello hacen la historia.
Pero se trata de méritos que artistas y plumíferos miserables y desordenados dificilmente llegarán a reconocer en si mismo .
Es en todo caso impudicia o idiotez dificilmente comprensible , proponer en los tiempos actuales obras que tal vez habrían podido ser ejecutadas hace diez o veinte mil años o más por un hombre de la edad de piedra . Estas se refieren a un primitivismo artístico olvidado totalmente ,a no ser que el objetivo del arte sea retroceder en desarrollo de un pueblo , o que su único objetivo sea el de traducir en símbolo este desarrollo viviente.
La nueva época en curso considera la creación de un nuevo tipo de hombre . En innumerables campos del vivir enormes esfuerzos se han consumado para elevar al pueblo , para formar en un sentido más sano y , por consiguiente , más bello y más robusto , a nuestros hombres , jóvenes y niños , a nuestras mujeres y muchachas .Y un nuevo sentimiento del vivir, una nueva alegría de vivir brotan de esta fuerza y de esta belleza – La humanidad no se encontró nunca como hoy tan cercana al mundo antiguo en sus manifestaciones exteriores y en su sentir . Juegos deportivos , competiciones y carreras fortalecen millones de cuerpos jóvenes y ofrecen a nuestra mirada formas e imágenes que en varios milenios no habían sido admiradas ni tampoco figuradas. Asistimos al nacimiento de un tipo humano admirablemente bello, que tras las más altas obras de trabajo celebra la máxima antigua: ¡áspera semana , pero fiesta gozosa!.
Este tipo humano que ha aparecido ante el mundo entero por primera vez el pasado año, durante los Juegos Olímpicos , en su espléndida, orgullosa fuerza y salud -este tipo humano, queridos balbuceadores prehistóricos del arte , representa el tipo de la nueva época. Y vosotros ¿que producís? ¡Lisiados deformes e idiotas, mujeres que suscitan únicamente horror, hombre más semejantes a las bestias que a los hombres , niños que , si viviesen en el modo en el que ha sido figurados , se creerían simplemente una maldición de Dios!. Y estos espantosos diletantes tienen la osadía de mostrar todo esto al mundo contemporáneo como arte de nuestra época, más bien como manifestaciones de aquello que forma la época actual y a ella impone el propio sello.
No se me vaya a decir que estos artistas imaginan en estos términos. He visto entre las obras enviadas algunas pinturas respecto a las que es necesario suponer que el ojo señala a determinados individuos las cosas de modo diverso al real; o hay que suponer que efectivamente existen individuos que ven las actuales figuras de nuestro pueblo como auténticos idiotas y que perciben – o como ellos afirman: experimentan – los campos esencialmente azules , el cielo verde, las nubes de color azufre ,etc . No tengo la intención de dejarme implicar en una discusión para valorar si estos ven o perciben verdaderamente de este modo, o si no , pero puedo impedir, en nombre del pueblo alemán , que estos desgraciados merecedores en verdad de compasión, los cuales sufren evidentemente de transtornos en la visión, intenten imponer violentamente al mundo contemporáneo, como realidad, los efectos de su desviaciones perceptivas o quieran proponerlos como “arte”.
No, aquí, sólo hay dos posibilidades: es admisible que estos sedicentes “artistas” vean realmente las cosas de esta manera y estén por eso convencidos de aquello que representan – y en tal caso sería necesario investigar si sus desviaciones visuales han sobrevenido por vía mecánica o a consecuencia de factores hereditarios. En la primera hipótesis estamos sinceramente entristecidos por estos desgraciados; en la segunda hipótesis, el hecho tiene relevancia para el Ministerio del Interior del Reich, que debería preocuparse de impedir cuanto menos una ulterior transmisión hereditaria de alteraciones tan atroces. O tal vez ellos no crean de hecho en la realidad de estas impresiones, pero por otras razones procuran atormentar a la Nación con semejantes charlatanerías; en tal caso es cuestión de un comportamiento que cae en el ámbito de aplicación del derecho penal.
Esta Casa , de todos modos , no ha sido ideada ni realizada pensando en las obras de esta chusma de impotentes o de estupradores del arte.
Sobre todo , aquí no se ha trabajado cuatro años y medio , no se ha pretendido de miles de trabajadores prestaciones de elevada cualidad, para exponer producciones de individuos que por otra parte resultaban tan perezosos como para ensuciar una tela en cinco horas, con el convencimiento de que la desvergonzada exaltación de ésta como parte fulminante de semejante genio habría ciertamente hecho efecto y puesto las premisas para su acogida. No: a la escrupulosidad del constructor de esta Casa y a la escrupulosidad de sus colaboradores debe acomodarse también la escrupulosidad de aquéllos que quieran estar representados en esta Casa. ¡No me importa absolutamente, por ende, que estos pseudoartistas cloqueen alternativamente alrededor de los huevos que han puesto, o que expresan sus opiniones o que se abstengan!.
¡El artista, en efecto, no crea sólo para el artista, sino que crea, como todos, para el pueblo!. Y por esto de ahora en adelante debemos hacer de modo que sea precisamente el pueblo el llamado nuevamente a valorar su arte.
Y que no se nos vaya a decir que probablemente el pueblo no dispone de la necesaria sensibilidad hacia un auténtico y elevado enriquecimiento de la propia vida cultural. Mucho antes de que los críticos reconociesen según justicia el genio de un Richard Wagner, éste tenía ya al pueblo consigo. Por el contrario, el pueblo no ha tenido en estos últimos tiempos nada que ver con el sediciente arte moderno que le era propuesto, no tenía con él vínculos de ningún tipo. En algunas ocasiones visitaba las muestras de arte con una actitud de total distanciamiento, pero sobre todo permanecía alejado. A través del propio sentir sano, la masa discernía en todos estos garabatos lo que en efecto son: el parto de una presunción desvergonzada y descarada o de una ineptitud impresionante. Millones de seres que forman parte de este pueblo saben con instinto profundo y segura percepción que el balbuceo artístico de estos últimos decenios – afín a las toscas creaciones de los niños de 8-10 años carentes de ingenio – no podía ser de ninguna manera considerado como expresión de la época actual o hasta de la Alemania futura .
En cuanto sabemos que cada hombre en singular refleja la evolución de millones de años, recogida en pocos decenios, tenemos la demostración de que una producción artística que no supere el estadio de las creaciones de niños de ocho años , no resulta moderna , y mucho menos , “densa de futuro”, sino por el contrario absolutamente retrasada. Efectivamente, se coloca mucho más atrás del periodo en el cual los hombres de la edad de piedra grababan sobre las paredes de las cavernas el campo visual circundante . Estos ineptos no son de hecho modernos, son decrépitos, mezquinos atrasados para los cuales no hay lugar en la época actual .
Yo sé también que, cuando el pueblo alemán visite estas salas, verá una vez más en mi a su portavoz y su consejero. El estará en posición de verificar que por primera vez en varios decenios es posible descubrir no el fraude artístico, sino la creación auténticamente, francamente artística. Así como ya ha demostrado su aprobación a nuestros edificios, él expresará la propia y gozosa adhesión – junto con una espontanea liberación – también respecto a esta purificación del arte .
Y esto representa el elemento decisivo, ya que un arte que no está en condiciones de apoyarse sobre el más gozoso y espontaneo consenso de la masa, sana masa popular, sino que se apoya sólo en cerradas pandillas – movidas en parte por el interés, en parte por el tedio – resulta insoportable . Este mira a turbar la sana, instintiva sensibilidad de un pueblo, antes que a tonificarla. Por tanto suscita sólo desdeño y aversión. Estos miserables individuos querrían invocar el hecho de que también los grandes maestros del pasado no habían sido comprendidos en su tiempo . No: eran más bien los críticos mezquinos – esto es literatos cultos, una vez más – los que al importunar y vejar a aquellos genios los alejaban de su pueblo .
De todos modos tenemos la certeza de que el pueblo alemán estará nuevamente en situación de acoger con profunda y total simpatía a los auténticos grandes artistas alemanes que harán en breve su aparición. Él volverá sobre todo a estimar el digno trabajo y la disciplinada diligencia , la tensión en el ir al encuentro del ser en función del sentimiento de nuestro pueblo , inspirándose en el más íntimo substrato alemán. Así debe ser el empeño de nuestros artistas. Ellos no deben trabajar lejos de su pueblo, si no quieren que su camino les conduzca rápidamente al aislamiento.
Esta exposición representa hoy un inicio.
Pero un inicio – estamos persuadidos- necesario y prometedor , que mira también en este sector a provocar el beneficio revulsivo que ya en tantos otros sectores ha tenido éxito.
Sobre este punto, en efecto, nadie debe alimentar ilusiones: al Nacionalsocialismo ha asumido ir irrevocablemente el empeño de liberar al Reich Alemán – y , por tanto a nuestro pueblo y a su vida – de todas las influencias que se manifiestan como nocivas para nuestra existencia y aunque esta obra de restauración no se realizará en un sólo día, ninguna manifestación referente a tales influencias corruptoras podrá alimentar ilusiones respecto al hecho de que más pronto o más tarde también para ella sonará la hora del fin .
Mediante la apertura de esta muestra el fin de la demencia artística, y por tanto de la disgregación de la cultura de nuestro pueblo, ha comenzado .
Desde este momento nosotros promovemos una implacable lucha de restauración contra los elementos residuales de la descomposición de nuestra cultura .
Si existía alguno entre ellos que esperaba ser destinado a algo más elevado , ha dispuesto de cuatro años para demostrarlo. Pues cuatro años nos resultaban así mismo suficientes para estar en grado de emitir un juicio definitivo. Ahora – yo os lo aseguro – todas aquellas pandillas de jactanciosos, diletantes y estafadores del arte que sacaban su sustento del hecho de asociarse las unas a las otras , han sido desalojadas y sofocadas. Estos hombres de cultura de la edad de piedra , estos artistas en edad del balbuceo, pueden, por nuestro gusto , retornar a las cavernas de sus antepasados y realizar allí sus primitivos garabateos cosmopolitas .
La Casa del Arte Alemán de Munich ha sido edificada por el pueblo alemán para el arte alemán .
Con gran alegría puedo advertir como desde ahora – junto a muchos maestros cualificados pero no más jóvenes, impedidos y aterrorizados hasta hace poco tiempo, pero que han permanecido constantemente y esencialmente alemanes – nuevos maestros se están revelando entre nuestros jóvenes. Una visita a esta exposición os permitirá descubrir muchas obras que nuevamente expresan el lenguaje de lo bello y de lo sobrío , que os agradarán y que reconocereis como válidas. En modo particular, el nivel de las obras gráficas enviadas hasta ahora, resulta extraordinariamente elevado y nos deja satisfechos. Muchos de nuestros jóvenes artistas , en casa caso, sabrán encontrar el camino justo partiendo de aquello que se expone y lograrán quizás obtener de la grandiosidad de la época en la cual todos nosotros vivimos nuevos motivos inspiradores , pero sobre todo el ardor para un proceder riguroso y, por tanto, eficaz en sus consecuencias .
Y si al fin también en este sector el sacrosanto bien hacer reencuentra su plena carta de naturaleza, estoy seguro de que el Omnipotente suscitará nuevamente, en el conjunto de estos cualificados creadores artísticos, alguna singular personalidad, elevándola al firmamento de los artistas geniales e inmortales de las grandes épocas.
¡En efecto, nosotros no creemos que el tiempo de la energía creadora de las singulares personalidades de genio se haya agotado con los grandes hombres de los siglos pasados y que estemos asistiendo al surgir de una época marcada por légamo de lo colectivo!. No: estamos convencidos de que precisamente en este tiempo, en el que notamos el nacimiento de las más elevadas creaciones individuales en tantos sectores, los más elevados valores de la personalidad se revelarán nueva y victoriosamente también en el sector del arte. No puedo por tanto expresar otro auspicio, en este momento , sino aquel de que en los siglos futuros esta Casa estará nuevamente en disposición de mostrar al pueblo alemán, en sus salas, numerosas obras de grandes artistas , asó como de colaborar no sólo a la gloria de esta verdadera ciudad del arte , sino también al honor y al rango de la toda la Nación alemana .
Declaro por tanto abierta la Gran exposición del Arte Alemán de Munich 1937.
NOTAS
[1] El 9 de Noviembre de 1918 , después de que Guillermo II fuera constreñido a abandonar el poder y el país, fue proclamada la República. El gobierno republicano, apoyado por el partido socialista y el Centro católico , fue presidido por Ebert, que después se convirtió en presidente de la república.
[2] Ya citado como “el mayor arquitecto que Alemania haya tenido después de Schinkel “ . Ver nota de la p.25
(***) censurado para no caer en la represión de la Inquisición moderna.

DISCURSO DE HITLER EN LA INAUGURACIÓN DE LA :
«SEGUNDA EXPOSICIÓN ALEMANA DE
ARQUITECTURA Y ARTES APLICADAS»
Al igual que en otros países, también en Alemania las exposiciones de arte eran antes un fenómeno muy frecuente, pero se trataba, sobre todo, de muestras dedicadas a las obras plásticas y pictóricas. Muy raramente se visitaban muestras en las que se expusieran proyectos arquitectónicos. Solían ser proyectos para concursos que, generalmente, nada tenían que ver con objetos efectivamente proyectados para la realización.
A partir de este año, exponemos en Alemania obras de arquitectura y de artes aplicadas. Pero estos trabajos no son expuestos con la intención de deducir del juicio del público elementos útiles respecto a la oportunidad de su ejecución; pretenden en cambio, mostrar al pueblo, es decir, al artista, al comitente y a las masas en general, las obras cuyo proyecto está ya en fase ejecutiva.
El éxito del público de la primera exposición que tuvo lugar este mismo año fue extraordinario. Sin embargo, no es esto lo más importante.
En primer lugar, el pueblo debe ver qué se construye y cómo se construye. Esperamos con ello que también el ojo del pueblo llegue a comprender qué infinita diligencia e inmenso trabajo se despliegan en estas construcciones.
Con anterioridad, muchas personas se sentían en mayor o menor medida autorizadas a ejercer ante tales obras una crítica que puedo sin más calificar de apresurada y superficial. Esta crítica ha atormentado a muchos grandes e importantes arquitectos y, en algún caso, les ha llevado incluso a la muerte.
Esto se halla en estrecha relación con el hecho de que a las masas sólo en una mínima proporción les es permitido volver la mirada hacia la desmesurada cantidad de trabajo que tales construcciones entrañan, con el hecho de que estas masas azuzadas por pedantes críticos profesionales, caen con demasiada facilidad en el error de criticar, sin reparar en la inmensa carga de trabajo, de esfuerzos y penalidades que pesan sobre aquellos a quienes debemos estas obras.
El pueblo debe ver con sus propios ojos, a través del desarrollo de estas obras, qué inmensa diligencia se requiere para proyectar obras tan poderosas y llevarlas a término con escrúpulo y cuidado hasta en los más mínimos detalles. Entonces él se detendrá con devoción y reverencia ante estas monumentales creaciones colectivas y será además educado en nuestras específicas concepciones artísticas.
Pero el segundo motivo es el de permitir a los propios artistas aprender.
Puesto que generalmente el artista tiene una idea sólo de lo que está ya construído.
Si se quiere imprimir a una determinada época una impronta estilística unitaria, es importante que los artistas puedan conocer recíprocamente las obras ya in fieri, para así aprender los unos de los otros. Porque en el campo artístico no pueden existir patentes. Obviamente, debe constituir un motivo de orgullo para todo artista lograr enriquecer el contexto cultural con elementos propios. Sin embargo, es importante que esto no suponga una confusión, sino que resulte un conjunto coordinado, del mismo modo que el cuerpo de la Nación puede y debe representar una estructura unitaria.
El arte de nuestro nuevo Reich debe caracterizarse por una homogeneidad tal que en los siglos por venir se pueda reconocer sin la menos vacilación que se trata de una obra del pueblo alemán y de esta nuestra época. Pero para que esto ocurra es necesario que los artistas se dejen influenciar y enriquecer por las obras de los demás ya desde la concepción de las mismas, de forma que su visión se ensanche y alcancen a calibrar la grandeza de las tareas que esta época exigen en base a las soluciones ya existentes y al modo con que los demás las han afrontado.
En tercer lugar, ¡incluso el comitente sacará sus enseñanzas ! También él podrá extraer una orientación y podrá sin duda verse enriquecido, gracias a estas exposiciones podrá hacerse una idea de cómo pueden ser concebidos y llevados a término grandes objetivos.
A este respecto alguien podría objetar: ¿pero es verdaderamente posible construir hoy? Ciertamente, queridos compatriotas, es indudable que nuestra actividad constructiva, como todo lo que realizamos en nuestro Reich, no está sólo determinada por la oportunidad específica, sino que, está sometida también a ineluctables exigencias generales.
Este año, por ejemplo, para asegurar la paz en nuestro Reich, ha sido necesario sustraer muchos centenares de miles de trabajadores de las canteras del interior del Reich para emplearlos en la construcción de nuestras fortificaciones del oeste. Ello ha comportado ciertas dificultades en algún caso. Pero se trató de un hecho transitorio. La fuerza de trabajo actualmente empleada en las grandes construcciones militares, cuarteles y fortificaciones refluirá y quedará totalmente disponible para los demás trabajos.
Lo que en verdad importa es que nuestra actividad constructiva y el desarrollo de nuestras ciudades sean, antes que nada, escrupulosamente meditadas y planificadas. En las obras aquí expuestas no debéis ver el resultado del trabajo realizado entre la exposición precedente y la actual; en ellas se concreta el trabajo de mucho, muchos años, proyectos que, en lo que a mí respecta, pueden incluso remontarse a decenios de actividad y, en lo que concierne a su concreta elaboración, pueden abarcar años de cuidadísimo trabajo. Puede ocurrir que los modelos expuestos deban sufrir ciertas modificaciones que apenas se podrán realizar a escala 1/1, o bien que sea necesario introducir correcciones en la fase final de los trabajos.
Lo que estáis viendo aquí no es, pues, el fruto de un día de trabajo, sino de un año de plena dedicación, en el que se han estudiado los problemas hasta el más mínimo detalle. Debemos decírselo abiertamente a los supercríticos que, sin conocimiento de causa, pretenden emitir apresurados juicios.
Cuán necesario es elaborar en profundidad los grandes objetivos urbanísticos e algo que deberían tener muy presente ciertas administraciones locales y ciertas empresas privadas que declaran poder elaborar unos planos, pero que no están en condiciones de iniciar las obras correspondientes. Hay que responderles: «Vuestros planos no están todavía en condiciones de ser iniciados, debéis elaborarlos primero durante dos o tres años. Haced ante los modelos oportunos y no penséis que vuestros primeros modelos bastan para pasar a la ejecución. Ni siquiera las obras de los más grandes maestros nacen en un día».
Si nuestras autoridades públicas y nuestras empresas privadas estudian en profundidad los problemas constructivos, y si el tráfico urbano es analizado y resuelto correctamente transcurren años antes de que se concreten en proyectos verdaderamente dignos de ser realizados. Creedme. Una vez estos proyectos sean considerados dignos de ser realizados, podéis estar seguros de que no faltará ni mano de obra ni materiales para su ejecución.
¡ También nosotros hemos trabajado en ello ! Deseo citar sólo un proyecto: el del nuevo teatro de la ópera de Munich. Durante muchos años se ha trabajado en él y ahora va adquiriendo gradualmente forma y estructura. Mas todavía falta mucho hasta que esté definitivamente listo para su ejecución. Y esto es igualmente válido para los grandes edificios de Berlín y para los proyectos de las restantes zonas del Reich.
¡ No olvidemos jamás que nosotros no construimos para el presente, sino para el futuro !
Por ello, hay que construir de una manera que sea grande, sólida y duradera y, consecuentemente, digna y bella. El cliente o el arquitecto a los que en un momento dado, una tontería arquitectónica les pueda parecer sobresaliente o interesante, deben pensar si su proyecto puede resistir la crítica de los siglos. ¡ Esto es lo importante !
Decirlo es fácil, pero de hecho existen innumerables ejemplos de trabajos en los que no se ha pensado en ello, trabajos que no corresponden al fín asignado y que, por tanto, no satisfacen el objetivo propuesto ni mucho menos lo podrán satisfacer en un futuro lejano.
También ahora voy a limitarme a un solo ejemplo. En Alemania hay aproximadamente 40 millones de protestantes. Estos protestantes han construido en Belín una catedral que sirve de iglesia central en la capital del Reich Alemán para los tres millones y medio de practicantes que allí residen.
La catedral tiene una capacidad de 2450 asientos, numerados, para las más eminentes familias protestantes.
¡Compatriotas ! Y esto sucede en la época del llamado desarrollo democrático. ¡Tanto más democráticos tendrían que ser las iglesias que se ocupan de las almas y no de corporaciones o clases ! Resulta muy difícil comprender cómo una iglesia central con 2450 asientos puede atender las necesidades espirituales de tres millones y medio de personas. Las dimensiones de este edificio, compatriotas, no están condicionadas por la técnica constructiva. Este edificio es el resultado de una concepción arquitectónica tan mezquina como irreflexiva. En realidad esta catedral debería poder acoger a 100.000 personas. Seguramente se me objetará, ¿creéis que se llegarían a congregar en ella 100.000 personas?.
Contestar a esto no es una cuestión mía, sino de la Iglesia. Pero comprendereis que nosotros, que constituímos un auténtico movimiento popular, debemos tener en cuenta al pueblo en nuestros edificios, debemos construir salas que puedan albergar a 150.000 ó 200.000 personas. Es decir:
Debemos construir edificios tan grandes cuanto las posibilidades técnicas actuales lo consientan, y debemos construirlos para la eternidad.
Otro ejemplo, esta vez referido al teatro. Una pequeña ciudad de 15-20.000 habitantes, erige hacia 1800 un teatro con capacidad para 1200 personas. Posteriormente, interviene la policía encargada de la seguridad de los edificios y comienza a limitar, por motivos de seguridad, el número de espectadores. Pero en el mismo período el número de habitantes se eleva a 100 ó 150.000, con lo que el espacio hábil para los espectadores disminuye mientras que el número de habitantes crece incesantemente. En un determinado momento surge la necesidad de construir un nuevo teatro y he aquí que el nuevo teatro para esta ciudad de 130.000 habitantes tiene una vez más capacidad para 1000-1200 personas, exactamente la misma cantidad que hace cien años podía albergar el viejo teatro.
Pero se olvida que entretanto nuestros compositores – citemos por ejemplo a Richard Wagner – han aumentado el número de instrumentos de 15 a 60, que con coro y comparsas han crecido también, y sobre todo que los dispositivos técnicos requieren muchas más personas, de modo que hoy este teatro cuenta con 450 ó 500 personas entre mayoristas, coristas, solistas, bailarines y bailarinas, en total 450 ó 500 trabajadores, ¡ y mil personas para ver el espectáculo ! Esto significa que, ¡ cada dos espectadores deben costear a un ejecutante ! Una cosa así quizá fuera concebible en una época capitalista. Entre nosotros, esto no es posible, porque debemos mantener nuestros teatros con los medios del pueblo.
Si es, pues, necesario que nuestras masas entren en nuestros teatros, éstos deben tener una dimensión adecuada.
¿Cómo, se puede objetar, queréis construir un teatro de la ópera con 3000 asientos ? «Ciertamente, podremos aumentar esta capacidad porque queremos que la participación popular pueda expresarse a través de miles y miles de personas».
Esto mismo es válido para otros edificios. Hoy oímos decir a menudo a propósito de edificios estatales, edificios comunales, etc. que apenas el edifico esté terminado, ya será demasiado pequeño. Señores, es necesario reflexionar sobre este punto, reflexionar desde el principio sobre las necesidades que se presentarán en un futuro humanamente previsible para así adoptar medidas justas.
A este propósito quisiera recordar que una actividad constructiva verdaderamente monumental comporta una sagaz y útil limitación del crecimiento de las instituciones públicas, que de otra forma provocaría en breve una proliferación cancerosa. Cuanto más monumentales son los edificios, cuanto más grandiosa es su concepción, tanto más imponen por sí mismos un límite a la extensión de la administración.
No hay nada peor que la competencia entre las administraciones a propósito del número de despachos. Así una administración declara: «¡ Nosotros tenemos 2300 en nuestro ministerio!», y en seguida, la vecina afirma: «¡ No podemos de ningún modo tener menos de 2600!». Esto depende del hecho de que se confunde el significado de estas instituciones, que asumen, estoy seguro, una función espiritual central, con el de sedes administrativas primitivas que no tienen nada que ver con la función de guía.
Es, pues, necesario que en el momento del proyecto se reflexione a fondo, sobre todo esto, que en nuestras ciudades no se trabaje sin planificación y en la confusión, sino que todos los problemas sean examinados unitariamente y así, lógicamente resueltos, es decir, que no se permita construir aquí y allá en el espacio urbano sin una planificación previa y sin finalidad, sino que todos los proyectos constructivos estén dispuestos según un orden.
Porque se puede construir de dos modos: en base al primero, cada uno construye como quiere y donde cree oportuno, en base al segundo se procede según una planificación, y este segundo modo de proceder proporciona soluciones arquitectónicas grandiosas y admirables.
Otra objeción es «¿Precisamente ahora debemos construir tanto?» ¡Ciertamente! Debemos construir ahora más que nunca, porque antes de nosotros no se ha construido nada en absoluto, o se ha construido a un nivel verdaderamente indecoroso.
Y no olvidemos que nos encontramos hoy en una época de gran renovación del pueblo alemán. Incluso quien no quería convencerse de ello, se ve obligado a admitirlo. Así es, en efecto. Para la posteridad, los años 1933, 1934, 1935, 1936, 1937, 1938, tendrán un valor muy superior al que hoy les es atribuido por algunos contemporáneos retrógrados.
Esta época será designada como la de más grande resurrección del pueblo alemán, la de la fundación de un potente, grande, fuerte, Reich. Estos años serán un día designados como los años de la exaltación de un movimiento al que se asignará el mérito de haber fundido ese conglomerado de partidos, categorías y confesiones que constituían el pueblo alemán, en una unidad de espíritu y de voluntad.
Una época semejante tiene no sólo el derecho, sino también el deber de perpetuarse en tales obras.
Si alguno pregunta: «¿Por qué construís hoy más que ayer? «. Yo sólo puedo responderle: «Construimos más porque somos más de los que éramos ayer».
El Reich actual es algo distinto del que hemos dejado atrás. No será un fenómeno efímero, porque no estará gobernado por individualidades, pocas personas o determinados intereses. Por primera vez en su historia este Reich alemán será gobernado por la conciencia y la voluntad del pueblo alemán.
Por ello merece plenamente que se le erijan esos monumentos que un día hablarán aunque los hombres callarán.
Además, esta arquitectura fecunda también a las demás artes, escultura y pintura. La verdad de esta afirmación la podéis sencillamente constatar en dos maravillosas esculturas aquí expuestas. Representan al partido y al ejército, y pertenecen, sin duda, a cuanto de más bello se haya creado nunca en Alemania.
También las artes aplicadas reciben de ella un gran impulso; por ello hemos asociado a la Exposición de Arquitectura Alemana la «Exposición de las Artes Aplicadas Alemanas».
Hoy quisiera dar las gracias en particular a aquellos artistas que, aunque no es posible citarlos individualmente, se han dedicado con infinita aplicación y con fervor inigualable a estas tareas. Existen innumerables personas que tienen una jornada laboral de ocho o diez horas, que cada día producen un determinado trabajo en un determinado tiempo.
Esto le es imposible al artista. El trabajo del que está preso no le abandona nunca, le persigue hasta el sueño. Está poseído por su trabajo y no se puede separar de él.
No podemos juzgar aisladamente todo lo que estos innumerables artistas alemanes han producido con una aplicación verdaderamente infatigable y con una fanática dedicación. Pero si el pueblo alemán no puede agradecerles uno a uno todo esto, yo, como portavoz del pueblo, quiero expresar esta gratitud.
Naturalmente, la gratitud eterna reside en la obra misma. De este modo el artista se asegura el camino a la inmortalidad. Muchos artistas se encuentran hoy en este camino, que un día lo encontraron y que prosiguen en él, os lo mostrará la exposición que yo ahora tengo el honor de abrir.
DISCURSO DE HITLER EN LA SESION SOBRE
LA CULTURA EN EL CONGRESO DEL PARTIDO DEL REICH.
Nuremberg 1935
Cuando el 27 de febrero de 1933 el fuego, alzándose sobre la cúpula del Reichstag, comenzó a teñir el cielo de rojo, fue como si es destino se hubiera servido de los incendiarios comunistas par mostrar, una vez más a la nación, la grandeza del monumento histórico con una gigantesca antorcha. Amenazante, se cernía sobre el Reich la sombra de la recentísima sublevación bolchevique. Una de las mayores catástrofes sociales y económicas amenazaba con aniquilar Alemania. Faltaba todo fundamento de vida colectiva. Repetidas veces los avatares de la historia nos habían exigido a muchos ser valientes, en la Gran Guerra primero, luego durante la larga lucha por el movimiento y contra los enemigos de la Nación. Con todo, qué suponía toda esta valentía, este compromiso vital frente al que ahora nos exigía asumir de inmediato –pues a nosotros se dirigía la llamada de la jefatura del Reich y, por lo tanto, la responsabilidad del ser o no de nuestro pueblo. Qué gravoso fue en aquellos meses adoptar las disposiciones que tal vez habrían podido evitar la catástrofe, más gravoso todavía en cuanto que había que parar y rechazar la última embestida de los destructores de la Nación.
Fue una lucha verdaderamente furibunda contra todos los elementos y las manifestaciones de la ruina alemana en el interior y contra los enemigos que la deseaban en el exterior.
Un día se observará con asombro que, en el mismo periodo en que el Nacionalsocialismo y su jefatura mantenían una lucha heroica por la existencia o la no-existencia, por la vida y por la muerte, al arte alemán se le proporcionaron los primeros impulsos para su reanimación y resurrección, al tiempo que los partidos eran abolidos, la resistencia de los Länder aplastada y la soberanía del Reich firmemente establecida como única y exclusiva. Mientras el centro y el marxismo, perseguidos y derrotados, estaban llamados a la extinción, mientras los sindicatos marxistas eran eliminados y los conceptos y las ideas nacionalsocialistas pasaban repentinamente del mundo de los proyectos fantásticos a la fase de realización, todavía quedaba tiempo; no obstante, para poner los cimientos del nuevo templo de la diosa del arte. Una revolución engendra un Estado y a la vez se esfuerza por hacer germinar una nueva cultura. ¡Y no, ciertamente, en sentido negativo! Ya que, una vez ajustadas cuentas con los criminales de la cultura, no tendremos que seguir por más tiempo litigando con estos pervertidores de nuestro arte. Desde hace mucho tiempo la decisión era irrevocable:
Nunca nos dejaremos envolver en discusiones sin fin con hombres que -a juzgar por sus obras- eran o locos o estafadores. Si, siempre habíamos visto en la mayor parte de las maniobras llevadas a cabo por los cabecillas de estos Eróstratos de la cultura, sólo acciones criminales.
Todo conflicto personal con ellos debía, por tanto, llevarles inevitablemente a la cárcel o al manicomio, según que creyesen realmente – siguiendo su pervertida fantasía – en esas experiencias interiores o que produjeran estas obras como enfermizo homenaje a una no menos enfermiza tendencia.
Sin tener en cuenta a esos literatos judeo-marxistas que vislumbran que eso que llaman «actividad cultural» es un poderoso medio para llevar la inseguridad y la inestabilidad a las naciones civilizadas, y en este sentido hacen uso de ella. Pero más firme todavía era nuestra decisión de asegurar en el nuevo Estado una activa promoción y un positivo desarrollo de las tareas culturales. E igualmente firme era nuestra decisión de no dejar participar, a ningún precio, en este renacimiento cultural a los charlatanes de la experiencia y de la objetividad dadaísta-cubista. Esta es la conclusión más relevante que debemos extraer del reconocimiento de esta especie de disolución cultural que nos rodea, y esta decisión debe ser tanto más irrevocable cuanto que no sólo tenemos que corregir y compensar un fenómeno de descomposición, sino que debemos también dar al primer Estado nacional, genuinamente alemán, el rostro cultural para los siglos venideros.
No es de extrañar que en estos tiempos y contra esta empresa surjan dos objeciones que, por lo demás, también en el pasado acompañaron siempre a todas las producciones culturales. No voy a ocuparme de las observaciones de esos hipócritas que, aún reconociendo la intrínseca importancia y la eficacia de nuestras concepciones culturales, a causa de su insuperable odio al pueblo alemán y a su futuro, no desperdician ocasión para intervenir negativamente con objeciones, dudas o acusaciones. En realidad, su rechazo de nuestra acción constituye nuestra mejor tarjeta de visita. Sólo me ocuparé‚ de aquellas objeciones que tan fácilmente manifiestan gentes de pocas luces, incluso a menudo de buena fe.
La primera:
¿Es precisamente éste el momento, ante los graves problemas políticos y económicos que nos abruman, de ocuparnos de cuestiones culturales y artísticas, que en otras circunstancias o en otros siglos eran tal vez importantes pero que hoy no son ni necesarios ni urgentes?
¿No es más importante en estos momentos el trabajo práctico que ocuparse de arte, teatro, música, cosas quizás bellísimas pero no de importancia vital? ¿Es justo realizar construcciones monumentales en vez de limitarse, en una actitud de positivo realismo, a las tareas inmediatas más materiales?
Y la segunda objeción: ¿Podemos permitirnos hoy hacer sacrificios por el arte en una época en la que a nuestro alrededor vemos pobreza, indigencia, miseria y aflicción? ¿No es tal vez el arte, en última instancia, un lujo para pocos en vez de un aliento para todos?
Considero oportuno examinar y responder, brevemente, pero de una vez por todas, a estas objeciones.
Es conveniente, o mejor oportuno, que el interés público se ocupe hoy de cuestiones artísticas, pues en caso contrario, ¡¿ sería honrado olvidarse ahora para dedicarse un buen día, quizás muy pronto, superados ya las dificultades políticas y económicas, a estos problemas?! A este propósito conviene aclarar:
El arte no es un fenómeno de la existencia humana que, según las necesidades, se pueda asumir, licenciar o jubilar a placer. La capacidad cultural de un pueblo es, sin duda, algo que fundamentalmente existe. Pertenece a ese conjunto de valores y disposiciones de un pueblo que son connaturales a la raza.
El desarrollo funcional de estas potencialidades en relaciones creativas y duraderas se lleva a cabo según la misma ley de desarrollo y esfuerzo constante que preside cualquier otra actividad humana. Al igual que no se puede, durante un cierto período, suspender en un pueblo la práctica y el estudio de las matemáticas o de la física sin acusar un retraso en relación con el progreso habido en el resto del mundo, del mismo modo no se puede suspender, durante un cierto periodo, la actividad cultural sin que se produzca inevitablemente un general retroceso cultural y finalmente la disgregación. Es imposible, por ejemplo, clausurar durante un período más o menos amplio – esto es, transitoriamente la creación artística más original que el teatro nos ha brindado después del teatro de la antigüedad, es decir, la ópera, y después reanudarla con el viejo esplendor. No sólo porque ya no existirían a nivel artístico las premisas personales para la ejecución de la obra de arte. No, pues también la capacidad receptiva del público requiere un cuidado y una educación constantes, exactamente igual que el artista que debe salir a escena. Y esto es válido para el arte en general.
Ninguna época puede permitirse el lujo de prescindir del empeño de cultivar el arte. Si así lo hiciera, perdería no sólo la capacidad para la creación artística, sino también para la comprensión y la experiencia del arte. Pues ambas aptitudes están unidas por lazos indisolubles.
El artista creador realiza y ennoblece con su obra la capacidad receptiva de la Nación, del mismo modo que, a su vez, el sentimiento artístico así desarrollado y alimentado proporciona el más fértil terreno y la premisa para el nacimiento, el desarrollo y fortalecimiento de nuevas fuerzas creativas.
Si, por el contrario, la actividad cultural no es anulada por un tiempo más o menos largo, no sufrirá después daños gravísimos e irrecuperables. Una recesión de este tipo se debe evitar a toda costa tanto más cuanto que la angustia política y económica general de una época exige de forma imperiosa un esfuerzo de la cohesión interna de una nación. Es vital comprender bien este punto. Las grandes creaciones culturales de la humanidad fueron, en todos los tiempos, las más altas creaciones de la vida colectiva. De manera objetiva o puramente espiritual, siempre se halla contenida en ellas la fuerza, íntima y esencial, de un pueblo. Pero jamás es tan necesario que un pueblo alcance esta inmensa fuerza de su profunda y eterna naturaleza, como cuando las preocupaciones políticas y económicas amenazan con comprometer la fe en sus más altos valores y, por tanto, en su destino. Precisamente cuando los espíritus débiles, acosados por el dolor y las preocupaciones, pierden la fe en la grandeza y en el futuro de su pueblo, precisamente entonces hay que devolverles la seguridad mostrándoles los testimonios – y ninguna miseria política o económica puede ocultarlos – del más alto valor, interior y por ello insuperable, del pueblo. Cuanto más se ignoren, sofoquen o, simplemente, discutan las exigencias vitales de una nación, tanto más importante es conferir a estas exigencias naturales el carácter de derecho primordial que sea la demostración de los más altos valores de un pueblo que, como enseña la experiencia histórica, constituyen, incluso transcurridos milenios, el testimonio indestructible no sólo de su grandeza, sino también de su derecho a la vida en el plano moral.
Por ello, si los últimos testimonios vivos de un pueblo desventurado callaran, comenzarían a hablar las piedras. Puede decirse que la historia no conoce pueblo digno de mención que no haya erigido su propio monumento a sus propios valores culturales. Por el contrario, los pueblos extranjeros destructores de estas creaciones, que continúan sobreviviendo en los despojos, logran sólo obtener el mísero reconocimiento de su pura existencia.
¿Qué serían los egipcios sin sus pirámides y sus templos, sin los ornamentos de su existencia humana, qué serían los griegos sin Atenas y la Acrópolis, Roma sin sus edificios, nuestra estirpe germánica de emperadores sin las catedrales y los palacios imperiales, y el Medioevo sin municipios, palacios de las corporaciones, etc., o también las religiones sin iglesias o monasterios? Si una vez existió un pueblo de los Maya nunca lo sabremos o lo consideraremos un hecho insignificante si, con gran asombro del mundo actual, las poderosas ruinas de las ciudades de esos pueblos fabulosos no continuaran despertando la atención y atrayendo y concentrando en tomo a ellas el interés de la investigación humana. No, ¡ningún pueblo sobrevive a los documentos de su propia cultura!
Pero si el arte y sus producciones se caracterizan por una eficacia tan poderosa y estable, inaccesible a cualquier otra actividad humana, resulta de todo punto necesario cultivarlo cuando las condiciones generales políticas y económicas desfavorables oprimen y convulsionan una época. Porque nada contribuye más eficazmente a hacer consciente a un pueblo del hecho que el sufrimiento humano y político del momento es transitorio respecto a la imparable fuerza creativa y por tanto a la grandeza e importancia de una nación. Esta conciencia puede entonces infundirle el más agradable consuelo, en cuanto que lo eleva por encima de la pequeñez del momento presente y de la carencia de valores de sus perseguidores. E incluso cuando es vencido, un pueblo tal todavía se yergue a posteriori ante la historia en gracia a sus inmortales creaciones como verdadero triunfador del adversario.
De cualquier forma, la objeción de que sólo una pequeña parte de un pueblo estaría interesada en ello, porque es la única en disposición de comprender y vivir el fenómeno, es falsa. Otro tanto se podría afirmar de cualquier otra función de la vida de un pueblo, en cuanto que la totalidad no participa en ella directamente.
¿O es que tal vez cualquiera se atrevería a afirmar que la masa de una nación toma parte directamente en las más altas realizaciones de la química, o la física y en general de todas las demás manifestaciones superiores de la vida y en las ciencias del espíritu? Yo, en cambio, estoy convencido de que el arte precisamente porque es la reproducción más pura y más directa de la vida espiritual de un pueblo, ejerce inconsciente y difusamente una grandísima y directa influencia sobre la masa de un pueblo, siempre a condición de que trace una imagen real de la vida espiritual y de las características innatas de un pueblo, y no su caricatura.
Este hecho proporciona todavía un punto de apoyo muy sólido para enjuiciar la validez o la no-validez de un arte. El juicio severo, tal vez despiadado sobre todo el movimiento del arte abstracto de las últimas décadas, hay, sin duda, que atribuirlo al hecho de que el pueblo en su inmensa mayoría no sólo apartaba la mirada de este arte, sino que a la postre no manifestaba ningún tipo de interés por esta especie cultural judeo-bolchevique. Los únicos admiradores más o menos de buena fe, de estas boberías eran, en definitiva, los propios fabricantes. En tales circunstancias se comprende que el círculo de personas que en el interior de una nación se interesan por el arte es extremadamente limitado, comprendiendo a los deficientes, es decir, degenerados, que gracias a Dios son todavía minoría, y a las fuerzas interesadas en la destrucción de la nación. Así pues, si hacemos abstracción de una actividad de este tipo, que en verdad no puede nunca ser considerada como arte, sino más bien como demencia cultural, el arte en sus innumerables manifestaciones es tanto más a favor de la totalidad de una nación cuanto más se eleva por encima de los intereses particulares hacia la superior dignidad general. Y lo que se dice para el arte es también válido para todas las demás creaciones eminentes del hombre. Tanto en la teoría como en la práctica se da una serie infinita de niveles.
¡Feliz aquella nación cuyo arte es tan excelso que permite todavía al particular el presentimiento de una última satisfacción!
Así como entre los artistas sólo pocos alcanzan el vértice de la creación humana, del mismo modo también la comprensión última no es uniformemente accesible a todos. No obstante, el camino hacia esta cima llena siempre a todo hombre no importa a qué nivel llegue su comprensión de una profunda, íntima satisfacción.
Si el movimiento nacionalsocialista quiere realmente lograr una importancia revolucionaria, debe emplear todos los medios a su alcance para transformar, mediante su producción cultural y creativa, esta presunción en una justificada aspiración. Debe llevar al pueblo al convencimiento de la misión general y particular que corresponde respectivamente al propio pueblo y al movimiento que lo dirige, mediante la demostración de las dotes culturales más elevadas y de su manifiesta influencia. De esta forma no hará sino aligerar la propia tarea y la propia lucha, en cuanto que, gracias a la profunda influencia ejercida en todo momento por las grandes creaciones culturales, y en particular por las inherentes a la arquitectura, facilitar la comprensión por parte del pueblo de sus grandiosas concepciones.
Quien quiere educar a un pueblo en el orgullo debe también proporcionarle motivos evidentes de orgullo.
El trabajo y los sacrificios para la construcción del Partenón fueron extraordinarios, pero el orgullo del mundo griego por esta obra fue duradero y la admiración de sus contemporáneos y de la posterioridad algo que probablemente nunca se extinguirá. Por ello, todos debemos estar penetrados por una única esperanza: que la providencia quiera hacemos el don de grandes maestros que puedan convertir en notas musicales e inmortalizar en piedra nuestro espíritu. Ahora más que nunca es cierto el amargo dicho “Muchos se creen llamados, pero son pocos los elegidos”
Más aún. De igual modo que estamos convencidos de haber dado una correcta expresión política a la esencia y a la voluntad vital de nuestro pueblo, así también creemos en nuestra capacidad de reconocer y, por tanto, de evidenciar el correspondiente aspecto cultural. Nosotros descubriremos y favoreceremos a aquellos artistas que sean capaces de imprimir al Estado del pueblo alemán en cuanto Estado proyectado en la eternidad la impronta cultural de la raza germánica.
Pasemos a la segunda objeción de que en un período de graves dificultades materiales es mejor renunciar a la actividad artística, puesto que en definitiva sería únicamente un lujo bello y oportuno solo cuando en los otros terrenos las cosas marchan bien. Un lujo a rechazar hasta que las necesidades materiales estén completamente satisfechas. Pues bien, a esta objeción respondemos que el propio estado de necesidad es el eterno compañero. de la actividad creativa
¿Quién puede atreverse a afirmar honradamente que en cualquier época de gran desarrollo artístico, la indigencia material no haya estado presente? ¿Cree alguien tal vez que en la época de la construcción de las pirámides egipcias o en la de la creación de las espléndidas construcciones babilónicas, esos pueblos no conocieron la indigencia? ¿Acaso esta objeción no ha sido ya esgrimida frente a todas las grandes empresas culturales de la humanidad y frente a todos los creadores de cultura? Esta objeción se refuta simplemente formulando una ulterior pregunta: ¿quizás cree alguien que no habría habido miseria si los griegos no hubieran construido la Acrópolis? ¿O se piensa que los hombres no habrían padecido miseria en el Medioevo si no se hubieran erigido catedrales? 0, utilizando un ejemplo más cercano a nosotros, cuando Luis I hizo de Munich una capital del arte, contra los gastos que ello comportó se promovieron exactamente las mismas objeciones. ¿Sólo a partir de entonces, desde que Luis I inició la construcción de esos grandes edificios, hubo pobres y necesitados en Baviera? Y para comprenderlo todavía mejor, lleguemos hasta nuestros días: el Nacional Socialismo se apresta a embellecer a Alemania con grandiosas creaciones culturales en todos los terrenos. ¿Debemos renunciar a ellas porque entre nosotros existe todavía o continuará existiendo la indigencia? ¿Quiere esto decir que anteriormente a nosotros, antes de que estas obras fueran realizadas, no había pobreza?
¡Al contrario! Si la humanidad no hubiese ennoblecido su existencia con grandes creaciones culturales, no habría encontrado con toda seguridad el camino que de la angustia material de la existencia primitiva lleva a valores humanos más elevados. Estos, por su parte, conducen a un orden social que, desde el momento en que en su interior son visibles y reconocibles los grandes y eternos valores de un pueblo, encierra una clara invitación al cuidado solícito de la vida colectiva y a la consiguiente atención a la vida individual.
Cuanto más pequeña es la atención que un pueblo dedica a la cultura, tanto más bajo es también su tenor de vida en todos los demás aspectos y, consecuentemente, tanto mayor la indigencia de sus ciudadanos.
Todo el progreso humano se ha desarrollado y se desarrolla todavía a partir de una incesante economía de fuerza-trabajo aplicada a producciones hasta ahora consideradas de importancia vital y de su transferencia a nuevos sectores, y por ello mismo sólo accesibles material y espiritualmente a un reducido número de personas.
También el arte, entendido como embellecimiento de la vida, sigue este camino. Sin embargo, no por ello es la expresión de una tendencia «capitalista». ¡Muy al contrario! Todas las grandes realizaciones culturales de la humanidad en cuanto producciones creativas provienen del sentimiento colectivo y son, por tanto, en su nacimiento y en su plasmación la expresión del alma y del ideal colectivo.
No es un hecho casual que todas las manifestaciones colectivas vinculadas a las grandes concepciones universales de la humanidad hayan quedado inmortalizadas en grandes creaciones culturales. Efectivamente, los períodos de interiorización religiosa que más se sustrajeron al materialismo pudieron exhibir las más grandes creaciones culturales.
Por el contrario, el mundo hebraico invadido hasta la médula de capitalismo y de cuanto éste conlleva, nunca tuvo un arte propio ni nunca lo tendrá.
A pesar de que este pueblo dispuso a menudo y durante largos períodos de tiempo, de patrimonios individuales incalculables, nunca logró elevarse a la expresión de un estilo arquitectónico propio y ni siquiera de una música propia. El mismo templo de Jerusalén debe su forma actual a arquitectos extranjeros, del mismo modo que, todavía hoy, la construcción de la mayor parte de las sinagogas es encomendada a artistas alemanes, franceses o italianos.
Estoy, pues, convencido de que unos pocos años de jefatura nacional-socialista del pueblo y del Estado brindarán al pueblo alemán muchas más realizaciones culturales importantes que decenios del régimen hebreo. Y debe llevarnos al jubiloso orgullo el hecho de que el más grande arquitecto que Alemania nos ha dado después de Schinkel haya podido ejecutar en el nuevo Reich y para el movimiento, dirigiendo personalmente los trabajos sus primeras y desgraciadamente únicas obras monumentales en piedra, monumentos de un nobilismo y auténticamente arte germánico de la construcción.
Para refutar definitivamente la segunda objeción se podría hacer referencia al hecho de que las grandes creaciones culturales de la humanidad si bien absorben una parte del salario de otros trabajos humanos, por otra parte proporcionan otros tantos salarios por el trabajo inherente a su construcción. Y también cabría recordar que en definitiva, estas creaciones culturales, desde un punto de vista estrictamente material, siempre han resultado convenientes para los pueblos, tanto más cuanto que a través de la vía indirecta de una elevación general de los hombres, han contribuido a reforzar y a enaltecer el nivel de vida colectiva.
Gracias a ellas el nivel general de autoconciencia se ha elevado y, consecuentemente, también la capacidad productiva del individuo. Ciertamente, todo ello supone una condición previa:
El arte, para alcanzar este objetivo, debe ser efectivamente transmisor de lo sublime y de lo bello y, por tanto, vehículo de lo natural y de lo sano.
Si el arte es todo esto, entonces ningún sacrificio por él realizado es demasiado gravoso. Pero si no lo es, toda moneda empleada en él se desperdicia. Pues en este caso el arte no es un factor de salud y por tanto de construcción de la existencia, sino un signo de degeneración y por tanto de ruina. Lo que se conoce como «culto de los primitivos» no es la expresión de un alma ingenua e incorrupta, sino expresión de una decadencia corrompida y enfermiza hasta sus más profundas raíces.
Aquellos que pretenden justificar los cuadros y las esculturas de nuestros dadaístas o cubistas – por citar los casos más vistosos -, refiriéndolos a una forma de expresión primitiva no tienen mínimamente en cuenta que la misión del arte no es recordar al hombre las manifestaciones de su degeneración, sino, por el contrario, combatir esas manifestaciones de degeneración mostrando lo que es eternamente sano y bello. Si esta suerte de corrupción artística pretende expresar descaradamente lo que hay de «primitivo» en el sentimiento de un pueblo, hay que recordar que nuestro pueblo se ha desarrollado desde hace milenios muy por encima de la primitiva condición de semejantes bárbaros del arte. Lo cual no sólo rechaza este escandaloso exceso, sino que además acusa de estafadores o dementes a sus autores.
De cualquier modo, en el Tercer Reich no tenemos la más mínima intención de permitir que ninguna de estas dos categorías caiga sobre el pueblo. La justificación a posteriori de que, para ser tenidos en cuenta habría sido necesario participar durante un cierto tiempo en esta moda, no constituye a nuestro entender justificación alguna del voluble comportamiento de tales personajes. Además, estas explicaciones fueron dadas en un momento sumamente inoportuno y por personas absolutamente inadecuadas. Porque si hoy cualquier compositor, al recordar sus monstruosas aberraciones, se justifica ingenuamente afirmando que sin aquellos maullidos no hubiera sido entonces tomado en consideración, a tan lamentable explicación debemos dar una respuesta clara: todos nosotros nos hemos encontrado en el terreno político frente a los mismos fenómenos. Se trataba de la misma música y de la misma locura.
Según esto, también nosotros – para captar más fácilmente la atención pública habríamos debido rendir culto al oportunismo, es decir, tendríamos que habernos hecho más bolcheviques que los propios bolcheviques. Nosotros fuimos entonces los únicos que mantuvimos una actitud de lucha sin cuartel contra la marea de corrupción política general y al cabo de 13 años hemos conseguido lo que pretendíamos.
Nuestra simpatía y nuestro respeto sólo pueden ser para aquellos que en otros campos tuvieron el coraje de no plegarse a la canalla o de no contaminarse de la locura bolchevique, para aquellos corazones intrépidos que fieles a unas ideas lucharon por ellas denodadamente y con honor.
Queda todavía por impugnar la objeción según la cual el arte tendría la misión de servir a la realidad y, por tanto, debería incluir en el ámbito de las realidades tratadas y reproducidas no sólo lo que es humanamente agradable, sino también lo desagradable, no sólo lo bello, sino también lo feo. Es sin duda cierto que el arte siempre ha mostrado la tensión entre el bien y el mal, es decir, entre lo útil y lo nocivo, y la ha utilizado para sus propias creaciones. Pero nunca para afirmar el triunfo de lo nocivo, sino para mostrar la necesidad de lo útil. No es tarea del arte recrearse en la suciedad por amor a la suciedad, pintar al hombre únicamente en estado de putrefacción, representar a cretinos como símbolos de la maternidad y mostrar a pobres idiotas como representantes de la fuerza viril.
No obstante, si algún «artista» de este género se siente impulsado a describir la existencia humana en todos sus aspectos desde el punto de vista de lo decadente y de lo patológico, debe hacerlo en una época en la que la sensibilidad general acepte este punto de vista. Hoy esta época ha quedado superada y se ha superado asimismo la época de esta especie de «creadores de pseudoarte».
Y si somos cada vez más duros y rigurosos en nuestra repulsa, estemos convencidos de no haber errado.
Puesto que quien ha sido destinado por la providencia a conferir una expresión exterior llena de vitalidad a la más íntima, y por ello sana, esencia de un pueblo, no encontrar nunca el camino que lleva a tales aberraciones.
Que no se hable pues, a este respecto, de una «amenaza a la libertad del arte». Pues así como no nos abstenemos de privar a un asesino del derecho a dar muerte físicamente a sus semejantes por el solo hecho de que de lo contrario se atentaría a su libertad, del mismo modo no se puede conceder a nadie el derecho a matar el alma del pueblo para evitar imponer un freno a su sucia fantasía y a su deshonestidad.
Estamos convencidos de que las creaciones culturales contemporáneas, especialmente en el campo arquitectónico, deben adquirir un carácter de eternidad ya sea por la belleza de las proporciones y relaciones ya por la funcionalidad de los materiales empleados.
No existe tal vez palabra más vacía de sentido en este campo que la palabra «objetivo» (sachlich: objetivo concreto [N. del T.]). Todos los arquitectos verdaderamente importantes han construido de modo objetivo, esto es, han realizado en sus edificios las condiciones y las expectativas objetivamente planteadas en su época.
Estas tareas objetivas, aunque a menudo sólo demasiado humanas, no fueron con todo vistas y por ello también tratadas con la misma importancia en todas las épocas. Es un error capital considerar que, por ejemplo, un Schinkel no estaba en condiciones de construir un gabinete moderno funcional y objetivo; en primer lugar, las condiciones higiénicas de entonces eran distintas de las actuales, además, a estas cosas no se les confería todavía la importancia que hoy han asumido. Pero es un error todavía mayor afirmar que hoy un edificio satisfactorio desde el punto de vista artístico no puede a la vez satisfacer adecuadamente todas las exigencias que plantea nuestra época.
No constituye una concesión particular por parte del artista, sino un presupuesto obvio y que no puede faltar el hecho de que desde el principio se satisfagan las necesidades generales primarias de las funciones vitales a las que está subordinado el edificio. El elemento cualificante es siempre su capacidad de conferir una forma adecuada, que exprese claramente la función global de la tarea planteada.
Si continúo situando en primer plano, en estas consideraciones sobre la cultura, los problemas de la arquitectura es porque tenemos gran interés en ellos como problemas particularmente urgentes. Si el destino nos negara hoy un gran compositor o un gran pintor o escultor, siempre podríamos si no remediar fácilmente, sí al menos suplir esta ausencia dedicando nuestra atención a lo existente. La Nación posee creaciones inmortales de calidad tan excelsa en estos sectores que, durante un cierto período, dedicarles nuestros mejores cuida dos no bastaría. Por el contrario, es para nosotros de importancia vital realizar en el campo de la arquitectura esas grandes obras que es imposible diferir. Así lo exigen los fines a ellas vinculados y la exigencia de salvaguardar la capacidad artesanal que de otro modo desaparecería poco a poco.
Es, no obstante, muy difícil adoptar una actitud clara respecto a los objetivos que se presentan en el ámbito arquitectónico, que ha sido durante decenios lugar de experimentación de astutos estafadores y locos patológicos, sin caer en el error de una estúpida y vacía imitación del pasado o en una desenfrenada confusión. Me parece, por tanto, que lo más importante es distinguir la construcción pública monumental de la construcción privada. El edificio de la colectividad debe ser una digna representación del comitente, es decir, de la colectividad precisamente, y una convincente realización de los fines perseguidos. Pero una solución digna de una tarea tal poco tiene que ver con mezquinos cálculos económicos guiados por el interés, y desde luego nada con una, por otra parte, falsa «modestia» a la que tan a menudo se recurre hoy para justificar la incapacidad de encontrar soluciones artísticamente eficaces y válidas, es decir, se toma como pretexto una modestia, habitualmente inexistente, del «modo de pensar» del arquitecto.
Esta «modestia», que la mayor parte de las veces es limitación, y precisamente limitación artística del arquitecto, no puede, en absoluto, compararse, como tantas veces sucede, a la objetividad.
Objetividad no significa sino construir un edificio para la finalidad a la que está destinado.
Modestia sería alcanzar con los mínimos medios la máxima eficacia. Pero las más de las veces esos medios mínimos son sustituidos por una capacidad mínima, que más tarde se ve compensada con una proliferación de declaraciones más o menos clarificadoras. Los edificios deben hablar por sí mismos. No se trata de que un edificio sirva de pretexto para un ensayo literario, ni mucho menos, de que gracias a una prolija verborrea una mala construcción pueda transformarse en un buen edificio.
El auténtico arquitecto, al captar íntima y profundamente la finalidad de la tarea que se le encarga, encontrará intuitivamente la solución que la manifieste exteriormente del modo más convincente, la llevará a término sin aducir «interpretaciones al uso» de carácter filosófico, por ejemplo, hará que un teatro tenga un inequívoco aspecto exterior de teatro basado en su finalidad y en los acondicionamientos de carácter histórico cultural.
Por ello tendrá en cuenta una serie de impresiones de carácter histórico cultural como elementos heredados y, al mismo tiempo, realizará la tarea desde presupuestos actuales, no dará, por tanto, la impresión de un templo griego ni de un castillo romántico, y ni siquiera de un granero. No renunciará a emplear materiales modernos y a trabajarlos artísticamente, así como tampoco temerá recuperar elementos formales, que, descubiertos en el pasado por un talento de su misma categoría, reclaman un posterior desarrollo o ennoblecimiento, o deben ser considerados sílabas inmortales del lenguaje arquitectónico.
También la capacidad de expresar ideas nuevas con viejas palabras es un signo distintivo del artista verdaderamente dotado. Sin embargo, hay toda una serie de realizaciones modernas a las que el pasado no puede ofrecer ni ejemplos ni modelos. Y precisamente en estos casos encuentra el genio verdaderamente capacitado la ocasión de brindar nuevas formulaciones al lenguaje formal del arte. Uniendo la finalidad y la realización a los nuevos materiales, buscar esa síntesis que, como clarísima solución trascendente de la inteligencia matemática, representa efectivamente una intuición, y por ello puede justamente ser definida como arte.
Pero la regla para el juicio de lo bello residir siempre en la funcionalidad evidente respecto a la finalidad que debe ser perceptible: encontrarla es misión del artista. Percibirla, comprenderla y apreciarla es misión de aquéllos que, en calidad de comitentes, tienen la responsabilidad de la institución y de la asignación del encargo público. De cualquier modo, en todas las grandes realizaciones, los hombres que las idean y que las ejecutan deben tener muy presente que el encargo es algo perfectamente definido en el tiempo, pero que su realización, gracias a una soberbia ejecución, debe transponer los límites temporales.
Es necesario para este fin que las tareas verdaderamente importantes de una época estén concebidas verdaderamente a lo grande, es decir, que los encargos de obras de carácter público, si su realización debe tener en sí un valor de eternidad, guarden una cierta relación con los órdenes de grandeza de las demás actividades vitales.
Es imposible dotar a un pueblo de un carácter interiormente fuerte si los grandes edificios de la colectividad no superan de forma significativa a aquéllas obras que, en mayor o menor medida, deben su nacimiento y su conservación los intereses capitalistas de los particulares.
Es imposible construir el edificio monumental del Estado o del Movimiento con una majestuosidad similar a la de hace dos o tres siglos, mientras que, por el contrario, las creaciones burguesas en el campo de la construcción privada o abiertamente capitalista se expresan con una fastuosidad que supera con mucho a la del pasado. Lo que confería a las ciudades de la antigüedad y del Medioevo sus rasgos característicos y más dignos de admiración no era la ostentación de los edificios particulares de los burgueses, sino sobre todo los documentos de la vida colectiva que sobresalían muy por encima de los primeros. No era difícil encontrarlos, mientras los edificios de la burguesía privada quedaban relegados a un segundo plano. Mientras que los puntos focales de nuestras grandes ciudades sigan siendo los grandes almacenes, los centros comerciales, los hoteles, las grandes oficinas en forma de rascacielos, etc., jamás se podrá hablar de arte, y ni siquiera de cultura. Estos edificios deberían ser modestamente mantenidos dentro de los límites de la simplicidad. Desgraciadamente, en la sociedad burguesa la estructuración arquitectónica de la vida pública está en función de los objetos de la vida comercial privada capitalista. Justamente, el gran objetivo histórico-cultural que se plantea el Nacional socialismo consiste en repudiar esta tendencia.
Sin embargo, consideraciones no sólo de vida artística, sino también política, deben inducirnos a dotar al nuevo Reich de una digna personificación cultural, tomando como ejemplo los grandes modelos del pasado.
Nada tan idóneo para hacer callar al crítico mezquino y petulante como el eterno lenguaje del gran arte.
Ante sus manifestaciones se inclinan con reverencial silencio los milenios. Dios nos conceda el don de concebir nuestras realizaciones de tal modo que sean parejas a la grandeza de la Nación. Es esta, ciertamente, una audaz y ardua empresa.
Lo que nuestro pueblo ha llevado a cabo con heroica majestuosidad durante 2.000 años de historia constituye una de las más poderosas aventuras de la humanidad. Hubo siglos durante los cuales, en Alemania – como en el resto de Europa – las obras de arte correspondían a la grandeza espiritual de los hombres. La solitaria majestuosidad de nuestras catedrales proporciona una medida sin parangón del espíritu cultural, auténticamente monumental de aquellos tiempos. Ellas nos exigen más allá de la admiración por la obra en sí, un profundo respeto hacia aquellas gentes que fueron capaces de concebir proyectos y realizaciones tan magníficas.
Desde entonces el destino ha llevado de un lado a otro a nuestro pueblo. Nosotros mismos fuimos testigos de su heroico desafío al mundo entero, de su más profunda desesperación y de su conmovedor desfallecimiento. Por y con nosotros la Nación se ha alzado. Si hoy llamamos arte alemán a esas nuevas y grandes realizaciones queremos que se conciban n sólo en adecuación a los deseos y expectativas del momento actual, sino también como herencia de un pasado milenario.
Al rendir homenaje a este eterno genio nacional hacemos revivir hoy el gran espíritu de la fuerza creativa del pasado. A través de estas realizaciones superiores los hombres se desarrollarán y no tenemos ningún derecho a dudar que, si el Todopoderoso nos concede el coraje de exigir lo inmortal, dará al pueblo la fuerza necesaria para realizarlo. ¡Nuestras catedrales son testimonios de la grandeza del pasado!
La grandeza de nuestra época se medirá sólo en base a los valores eternos que deje tras de sí.
Sólo en este caso, Alemania conocerá un nuevo florecimiento de su arte y nuestro pueblo tendrá conciencia de un destino superior.

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